La Habana, 30 de noviembre | Redacción — El segundo juicio por corrupción contra el exministro de Economía de Cuba, Alejandro Gil Fernández, concluyó este sábado en el Tribunal Municipal de Marianao, según informó el periodista Mario J. Pentón. El proceso, rodeado de total hermetismo, incluyó acusaciones de malversación, evasión fiscal, tráfico de influencias y lavado de activos.
Los hijos del exfuncionario pudieron asistir solo después de firmar acuerdos de confidencialidad, una señal más del cerrado manejo estatal sobre el caso.
La familia denuncia una operación política: “Alejandro es el chivo expiatorio”
En entrevista con Pentón, María Victoria Gil, hermana del exministro, confirmó que este reconoció algunos delitos económicos, pero sostuvo que el régimen lo está utilizando para encubrir a figuras de mayor jerarquía:
“Los verdaderos responsables han desaparecido del proceso. Alejandro es el chivo expiatorio”.
La abogada afirmó que el juicio se extendió durante cuatro días, quedó concluso para sentencia y se manejó bajo un secretismo absoluto, sin siquiera una nota oficial en la prensa estatal.
“En España, los juicios contra altos cargos se hacen públicos. En Cuba ni el noticiero ha informado nada. Es una falta de respeto al pueblo”, declaró.
Díaz-Canel testificó contra su propio hombre de confianza
Uno de los elementos más explosivos revelados por María Victoria es la presencia del gobernante Miguel Díaz-Canel como testigo de cargo, es decir, testigo de la acusación.
Gil fue durante años uno de sus hombres más cercanos:
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Díaz-Canel tutoreó su tesis de Economía.
Lo elogió públicamente incluso tras su destitución.
Lo felicitó por su “excelente trabajo” el 2 de febrero de 2024.
Lo invitó a seguir “trabajando por la revolución”.
La hermana del exministro calificó su actuación como una traición personal y política:
“Eran uno. Mi cuñada decía: ‘se adoran’. Y ahora Díaz-Canel se sienta como testigo de la acusación solo para limpiar su imagen dañada. Es vergonzoso”.
Presiones, silencios y miedo en la familia
María Victoria denunció que los familiares de Gil han sido presionados para no hablar:
“Mi sobrina me rogó: ‘tía, no hables más, perjudicas a mi padre’”.
Aun así, asegura que decidió hacerlo “porque el pueblo tiene derecho a saber qué pasa con uno de los ministros más importantes del país”.
Reconoció que su hermano cometió delitos económicos:
“El poder corrompe. Ningún ministro sale limpio de un sistema estructuralmente corrupto”.
Pero insistió en que no actuó solo:
“Es imposible que tanta corrupción ocurriera y solo caiga Gil. Los demás han desaparecido”.
Abandono de antiguos aliados y una élite que se esfumó
La hermana del exministro denunció que muchas figuras públicas que lo visitaban y se beneficiaban de su influencia hoy no preguntan siquiera por su estado:
“Los que antes lo honraban hoy no están”.
María Victoria aseguró que llevará el caso “hasta las últimas consecuencias”, incluso a instancias internacionales, y exigió que, si se prueban delitos, “caigan con él todos los que tengan que caer”.
Un juicio silencioso para salvar la imagen del régimen
Mientras el Gobierno mantiene el proceso en la oscuridad total, la única información que trasciende llega a través de:
Para ella, no hay duda: se trata de una operación política para proteger la imagen de la cúpula gobernante, especialmente la de Díaz-Canel, a costa de quien fuera uno de sus hombres más leales.