Las políticas migratorias más duras impulsadas por el presidente Donald Trump en su segundo mandato vuelven a golpear a la comunidad cubana en Estados Unidos.
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SUSCRIBITELa esposa del joven, ciudadana estadounidense, alega que el arresto estuvo marcado por el racismo, pues un policía lo acusó falsamente de estar intoxicado
Las políticas migratorias más duras impulsadas por el presidente Donald Trump en su segundo mandato vuelven a golpear a la comunidad cubana en Estados Unidos.
Esta vez, la víctima fue Yasmani Guía Pablo, un habanero que conducía para la plataforma Lyft en Texas y que posee un I-220A, documento administrativo que permite a miles de cubanos permanecer en el país mientras esperan por la resolución de su estatus legal.
Guía fue arrestado en el condado de Williamson, en Georgetown, mientras realizaba su trabajo. Su esposa Elizabeth, ciudadana estadounidense, denunció que la detención estuvo marcada por un trato racista y abusivo. Según relató al periodista Javier Díaz, de Univisión, un policía acusó falsamente a Yasmani de estar intoxicado, algo que ella desmintió de inmediato, pues en ese momento hablaba por teléfono con él.
“Mi esposo es cristiano, compone música para su iglesia y no consume drogas ni alcohol”, aseguró Elizabeth. En su perfil de Facebook, Yasmani se presenta como músico, cantante, autor y compositor.
Ahora, el joven enfrenta la amenaza de deportación, pese a haber intentado rehacer su vida fuera de Cuba, país del que emigró en busca de libertad y mejores condiciones de vida.
El caso de Yasmani Guía no es aislado. En los últimos meses se han multiplicado los reportes de detenciones de cubanos con I-220A, incluso de aquellos sin antecedentes penales y que cumplen con todas sus obligaciones legales.
Entre los ejemplos recientes destaca el de Rogelio Lázaro González Moya, un joven de 26 años detenido en Miami tras acudir a su primera audiencia de inmigración, a pesar de que su proceso ya había sido desestimado. Desde entonces ha sido trasladado entre centros de detención en Florida, Texas y Arizona, terminando recluido en Eloy, Arizona, donde ha sufrido condiciones extremas: cadenas en traslados, celdas heladas conocidas como “congeladores” y alimentación insuficiente.
Otro caso es el de una joven cubana arrestada en Phoenix a la salida de su trabajo, a pesar de tener un permiso laboral vigente. Tras un mes detenida fue liberada con un grillete electrónico, una medida que refleja el grado de hostigamiento contra quienes solo esperan la aprobación de su residencia.
Asimismo, periodistas han documentado redadas en cortes de inmigración de Miami, donde decenas de cubanos con I-220A han sido arrestados.
Estas detenciones responden directamente al endurecimiento de la política migratoria de Donald Trump, quien en su regreso a la Casa Blanca prometió frenar la inmigración ilegal con “mano dura”. Sin embargo, en la práctica, estas medidas golpean a migrantes que intentan legalizar su situación en el país.
En el caso de los cubanos, muchos se acogen a la Ley de Ajuste Cubano, un mecanismo histórico que reconoce a los ciudadanos de la isla como víctimas de un régimen dictatorial. Lejos de ser delincuentes, trabajan, pagan impuestos y esperan pacientemente por sus audiencias.
Para la comunidad cubana en Estados Unidos, cada arresto se ha convertido en un recordatorio de que, aunque huyeron de la represión en su país, aún pueden ser perseguidos por un sistema migratorio que prioriza la dureza sobre la justicia.
El futuro de Yasmani Guía Pablo, al igual que el de miles de cubanos con procesos abiertos, permanece incierto y depende ahora de un aparato legal cada vez más implacable.
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