El Gobierno reconoce una tasa de 9.8 muertes por cada mil nacidos vivos, muy por encima del dato de 2024, en medio de escasez de medicamentos y crisis hospitalaria.
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SUSCRIBITECuba cerrará 2025 con una mortalidad infantil de 9.8 por cada mil nacidos vivos, la más alta en más de 20 años, en medio de escasez y crisis sanitaria
El Gobierno reconoce una tasa de 9.8 muertes por cada mil nacidos vivos, muy por encima del dato de 2024, en medio de escasez de medicamentos y crisis hospitalaria.
Cuba cerrará el año 2025 con una tasa de mortalidad infantil de 9.8 por cada mil nacidos vivos, la más alta registrada en más de dos décadas, según reconoció este viernes el primer ministro Manuel Marrero Cruz durante una reunión del Consejo de Ministros en La Habana.
El dato representa un deterioro alarmante con respecto a 2024, cuando la tasa fue de 7.0, y confirma el profundo deterioro del sistema de salud cubano, golpeado por la falta crónica de medicamentos, insumos médicos, personal sanitario y condiciones hospitalarias adecuadas.
“Pese a las acciones realizadas, se deteriora la mortalidad infantil”, admitió Marrero en una declaración poco habitual por su tono directo.
Un indicador histórico en retroceso
Durante décadas, la baja mortalidad infantil fue uno de los principales estandartes del discurso oficial sobre los logros del sistema sanitario cubano. Sin embargo, las cifras de 2025 reflejan una ruptura estructural en uno de los indicadores más sensibles del bienestar social.
El propio jefe de Gobierno reconoció que el llamado Programa para fortalecer el Sistema Nacional de Salud continúa en implementación, pero con “resultados discretos”, incapaces de revertir la tendencia negativa.
Crisis epidemiológica y hospitales desbordados
Marrero atribuyó parte del deterioro a la compleja situación epidemiológica del país, marcada por brotes recurrentes de dengue, chikungunya y otras arbovirosis, que han puesto al límite la capacidad del sistema sanitario.
Según el funcionario, estos escenarios han requerido un “esfuerzo superior” del personal médico, sin que ello se haya traducido en mejoras sustanciales en los principales indicadores de salud materno-infantil.
Falta de medicamentos y divisas: el cuello de botella
El primer ministro informó que el Ministerio de Salud Pública de Cuba y BioCubaFarma operan actualmente bajo “esquemas cerrados en divisas”, con una disponibilidad aproximada de 200 millones de dólares para la compra de medicamentos y equipos médicos.
No obstante, reconoció que esos fondos “siguen siendo insuficientes” para garantizar la estabilidad del Cuadro Básico de Medicamentos, hoy marcado por faltantes sistemáticos, sustituciones improvisadas y dependencia del mercado informal.
“Se han dado pasos discretos en la recuperación de la calidad de los servicios, pero los ingresos aún son insuficientes para lograr mayores resultados”, señaló Marrero.
Una señal de alarma social
El aumento de la mortalidad infantil no solo refleja una crisis sanitaria, sino también un deterioro general de las condiciones de vida, en un país afectado por apagones, inseguridad alimentaria, migración masiva de médicos y colapso de infraestructuras hospitalarias.
Para muchos especialistas, este indicador expone el agotamiento del modelo de salud centralizado, incapaz de sostener estándares mínimos en un contexto de crisis económica prolongada y falta de recursos.
Mientras el Gobierno insiste en planes y programas de “recuperación”, las cifras oficiales de 2025 dejan una conclusión difícil de ignorar: la salud infantil en Cuba atraviesa uno de sus peores momentos en décadas

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