El pasado del príncipe Enrique de Inglaterra puede comprometer su residencia en Estados Unidos. En juego está la retirada del visado para residir en el país, en el que está afincado afincado desde hace tres años con su esposa Meghan Markle. Ambos viven en California, pero una demanda presentada por la Fundación Heritage en un tribunal federal del distrito de Columbia podría culminar con su deportación.
¿Por qué? Porque el hijo menor del rey Carlos III y de Lady Di confesó en su libro de memorias Spare que había consumido drogas en su juventud. Y, según la ley de inmigración de los Estados Unidos, la evidencia del uso de drogas en el pasado puede ser suficiente para rechazar una solicitud de residencia en el país. O al menos eso es lo que esgrime la fundación conservadora Heritage, que ha demandado al Gobierno de EE.UU. para averiguar si actuó de acuerdo con el procedimiento cuando otorgó un visado al duque de Sussex.
El caso se llevará, según ha avanzado la CNN, ante un juez federal el 6 de junio. En la polémica también terció Nile Gardiner, director del Centro Margaret Thatcher para la Libertad, que depende de la fundación que ha presentado la demanda. «Dadas sus extensas admisiones de uso de drogas, que normalmente lo descalificarían para ingresar a Estados Unidos, el pueblo estadounidense merece respuestas a las serias preguntas planteadas por la evidencia», escribió Gardiner en su cuenta de Twitter.
Más que evidencia, lo que existe es la confesión del duque de Sussex recogidas en su libro de memorias, Spare, que publicó el pasado mes de enero. Admitió en la obra haber consumido cocaína, fumado marihuana y probado hongos mágicos durante su juventud.
«Por supuesto. Había estado consumiendo cocaína por esa época. En la casa de campo de alguien, durante un fin de semana de rodaje, me habían ofrecido una línea, y había tomado algunas más desde entonces», reveló el príncipe Harry en su libro.
«No era muy divertido, y no me hacía especialmente feliz, como parecía hacer a todos los que me rodeaban; pero me hacía sentir diferente y ese era el objetivo principal», añadió en otro momento. Pero el consumo tenía una razón, como también admitió en las memorias. Era, por aquel entonces, «un chico de diecisiete años profundamente infeliz y dispuesto a probar casi cualquier cosa que alterara el statu quo».