El espectador que perdió la vida fue Corey Comperatore, un exjefe de bomberos de la zona, según el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, quien dijo que “murió como un héroe”.
“Su esposa me compartió que se abalanzó sobre su familia para protegerlos”, señaló Shapiro. Los dos heridos se encuentran hospitalizados en condición estable.
El FBI indicó que el agresor era Thomas Matthew Crooks, de 20 años y residente de Bethel Park, Pensilvania, una localidad ubicada a unos 80 kilómetros (50 millas) del lugar del tiroteo.
El agresor estaba armado con el fusil tipo AR de su padre y se encontraba encaramado en una azotea cercana cuando algunos asistentes al evento le informaron a la policía local de su presencia, según dos funcionarios policiales que hablaron con The Associated Press a condición de guardar el anonimato para poder declarar sobre una investigación penal en curso.
Un agente de la policía local subió a la azotea y se encontró con Crooks, quien le apuntó con su fusil. El policía retrocedió por la escalera, y rápidamente el agresor disparó hacia Trump, dijeron los funcionarios. Fue entonces que los francotiradores del Servicio Secreto lo abatieron, añadieron.
Surgieron muchas preguntas sobre cómo fue posible que el agresor se acercara tanto en primer lugar. Kevin Rojek, agente a cargo de la oficina de campo del FBI en Pittsburgh, señaló que “es sorprendente” que Crooks pudiera abrir fuego contra el escenario antes de que el Servicio Secreto lo abatiera.
Se hallaron materiales para fabricar explosivos dentro del vehículo de Crooks y en su casa, indicaron los funcionarios. El FBI dijo que los dispositivos eran “rudimentarios”.
De momento se desconoce su motivo. Crooks no estaba en el radar del FBI, y se cree que actuó solo. Los investigadores revisaron sus cuentas de redes sociales, pero de momento no encontraron documentos o publicaciones con amenazas, ni comunicaciones que indicaran un motivo ideológico. Su familia coopera con las autoridades. Sus familiares no respondieron a mensajes de la AP para solicitarles comentarios.
Por ahora se desconocen las inclinaciones políticas de Crooks. Documentos muestran que él estaba registrado como votante republicano en Pensilvania, pero reportes federales de financiación de campañas también muestran que donó 15 dólares a un comité de acción política progresista el 20 de enero de 2021, el día que Biden rindió juramento para asumir el puesto.
La ausencia de un motivo ideológico claro se suma a las crecientes interrogantes en torno al tiroteo.
Biden les pidió a los estadounidenses mantener la paciencia. “Por favor, no hagan suposiciones sobre sus motivos o afiliaciones”, declaró.
El hecho fue el intento más grave de asesinar a un presidente o candidato presidencial desde que Ronald Reagan fue baleado en 1981. El incidente atrajo nueva atención a las preocupaciones sobre la violencia política en un país sumamente polarizado cuando faltan menos de cuatro meses para las elecciones presidenciales.
El subdirector del FBI, Paul Abbate, dijo que desde el incidente sus agentes han visto publicaciones en internet cada vez más violentas, así como personas que se hacen pasar en línea por el agresor muerto. Indicó también que el FBI está concentrado en las próximas convenciones políticas, a realizarse en Milwaukee y Chicago.
Biden ordenó el domingo una revisión de seguridad de las operaciones para la Convención Nacional Republicana, la cual procede según lo planeado. El Servicio Secreto dijo que “confía” en su plan de seguridad y no se tienen previstos cambios adicionales.
Biden dijo que él y Trump sostuvieron una conversación “breve pero buena” el sábado en la noche. El presidente regresó a Washington desde su casa de playa en Delaware, y se reunió con funcionarios en la Sala de Manejo de Emergencias de la Casa Blanca para hablar sobre el incidente.
Muchos republicanos culparon de la violencia a Biden y sus aliados, argumentando que los constantes ataques contra Trump en los que le tilda de ser una amenaza para la democracia han creado un ambiente tóxico.
De momento se desconoce si Biden se verá obligado a recalibrar una campaña que gira en buena medida en calificar a Trump de ser una amenaza para la democracia. Es una situación que no se ha visto en Estados Unidos desde que Teddy Roosevelt fue baleado un mes antes de las elecciones de 1912 mientras hacía campaña por un tercer partido para volver a la Casa Blanca.
Trump mostraba una gráfica con cifras sobre cruces fronterizos cuando comenzaron los disparos a las 6:10 de la tarde.
Tras el primer estallido, Trump dijo: “oh”, se llevó la mano a la oreja derecha y la miró, y luego se arrojó rápidamente al suelo. Las personas en la tribuna ubicada a espaldas del candidato también se agacharon mientras se oían gritos entre la multitud.
Se escuchó a alguien decir cerca del micrófono: "¡Al suelo, al suelo, al suelo, al suelo!” mientras los agentes subían a toda prisa al escenario. Se abalanzaron sobre Trump para protegerlo, al tiempo que otros tomaban sus posiciones para localizar la amenaza.
Luego se oyeron voces que decían repetidamente: “agresor abatido”, antes que alguien preguntara si era seguro moverse. Luego alguien ordenó: “hay que movernos”.
Trump se puso de pie momentos después y se le pudo ver colocando su mano derecha sobre su rostro, que tenía hilillos de sangre. Luego levantó el puño en el aire y pareció pronunciar dos veces la palabra “luchar”, lo que desató fuertes aplausos y luego cánticos de “USA. USA. USA”.
Su caravana partió momentos después. Un video muestra a Trump volviéndose hacia la multitud y levantando un puño justo antes que lo subieran a un vehículo.
Cuando comenzaron los disparos “todo el mundo se arrodilló o se colocó boca abajo”, dijo Dave McCormick, candidato republicano al Senado federal por Pensilvania, quien estaba sentado justo a la derecha de Trump en el escenario.
Cuando vio a Trump levantar el puño, señaló McCormick, miró por encima del hombro y notó que una persona sentada en las gradas detrás del escenario había recibido un disparo.
Finalmente, los socorristas pudieron sacar a la persona herida de entre la multitud, agregó McCormick.
Los periodistas escucharon cinco o seis disparos, y muchos de ellos se agacharon para cubrirse, escondiéndose debajo de las mesas. Después de las primeras dos o tres detonaciones, la gente entre la multitud parecía sorprendida, pero no presa del pánico. Un reportero de la AP en el lugar informó que al principio el ruido se escuchó como petardos o tal vez el escape de un auto.
Cuando quedó en claro que la situación estaba controlada y que Trump no volvería, los asistentes comenzaron a salir del lugar. La policía pronto les pidió a todos que se fueran, y los agentes del Servicio Secreto señalaron que el sitio era “una escena del crimen”.
El representante republicano Mike Kelly, quien representa el área donde ocurrió el tiroteo, asistió al mitin con su esposa y sus nietos y estaba justo detrás de Trump cuando el exmandatario resultó herido. Kelly dijo que se encontraba “en un estado de perplejidad por cómo y qué le ha pasado a los Estados Unidos de América”.
“Sólo desearía que la gente bajara el tono”, añadió. “Dejar de tratar de encontrar a alguien a quien echarle la culpa. La culpa está en alguna parte de la psique de Estados Unidos”.
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Colvin, Balsamo y Price informaron desde Nueva York, y Long y Tucker desde Washington. Los periodistas de The Associated Press Will Weissert, Michael Biesecker, Alanna Durkin Richer, Lisa Mascaro y Tara Copp, en Washington, y Marc Levy en Harrisburg, Pensilvania, contribuyeron a este despacho.
FUENTE: Associated Press