Washington D.C. — La visita del presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, a la Casa Blanca estuvo marcada por momentos de alta tensión tras las declaraciones del exmandatario estadounidense Donald Trump, quien acusó al Gobierno sudafricano de permitir un “genocidio” contra los ciudadanos blancos del país.
Durante el encuentro celebrado en el Salón Oval, Trump expresó su preocupación por supuestos abusos cometidos contra la minoría afrikaner en Sudáfrica, señalando que “les están quitando la tierra y, en muchos casos, están siendo ejecutados”. Estas afirmaciones se produjeron en el contexto de la reciente llegada a Estados Unidos de cerca de 50 sudafricanos blancos que solicitaron asilo político, alegando persecución racial.
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Una visita para calmar las aguas
Consciente del delicado clima diplomático, Ramaphosa intentó suavizar el ambiente recurriendo a una de las pasiones de Trump: el golf. La delegación sudafricana incluyó a los reconocidos golfistas Ernie Els y Retief Goosen, lo que le valió algunos elogios iniciales por parte del expresidente. “Ustedes dos son fantásticos”, dijo Trump ante los medios.
Sin embargo, la cordialidad inicial no duró mucho. Al abordar el tema de los refugiados sudafricanos, Trump afirmó haber recibido "quejas tremendas" sobre el país africano y señaló que su Administración tenía previsto conceder más solicitudes de asilo a afrikaners.
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El trasfondo: la Ley de Expropiación
El centro del debate radica en la Ley de Expropiación aprobada en Sudáfrica a comienzos de año, la cual permite al Gobierno confiscar tierras sin compensación en ciertos casos. Críticos de la medida aseguran que está dirigida a despojar de sus propiedades a la minoría blanca, mientras que sus defensores la consideran un paso necesario hacia la equidad económica, beneficiando a la mayoría negra del país.
Trump, visiblemente crítico, exigió explicaciones a Ramaphosa y mostró un video de más de cuatro minutos que, según él, documentaba incitaciones a la violencia contra los blancos y escenas de cruces blancas que representarían a víctimas afrikaners. “Esto no lo he visto”, reconoció Ramaphosa tras observar el material. “Necesito investigarlo”.
Ramaphosa rechaza acusaciones
El presidente sudafricano fue enfático al responder que las escenas mostradas no representan la política oficial de su Gobierno, y recordó que Sudáfrica es una democracia multipartidista con una diversidad de opiniones. “Hay mucha inseguridad, sí, pero la mayoría de las víctimas son personas negras”, afirmó. “Podemos recibir ayuda de Estados Unidos para enfrentar estos crímenes, pero no se trata de una persecución racial”, agregó.
Miembros blancos de la delegación sudafricana, como el ministro de Agricultura John Steenhuisen, el empresario Johann Rupert y el golfista Ernie Els, negaron categóricamente que exista una campaña gubernamental contra los blancos. Steenhuisen señaló que los responsables de la violencia son grupos extremistas marginales y no el Estado.
Conflictos globales y desacuerdos
Además de los temas bilaterales, los mandatarios abordaron las guerras en Ucrania y Gaza. Coincidieron en la necesidad de una tregua en Ucrania, pero mantuvieron diferencias respecto a la demanda presentada por Sudáfrica contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia. Mientras Trump expresó su escepticismo sobre el proceso legal, Ramaphosa optó por no responder.
Contexto tenso y futuro incierto
Las fricciones entre ambas naciones no son nuevas. En marzo, Washington declaró persona non grata al embajador sudafricano, Ebrahim Rasool, acusado por un alto funcionario estadounidense de incitar al racismo y mostrar hostilidad hacia EE.UU. y su expresidente.
Trump también ha recortado la asistencia económica a Sudáfrica y cuestionado sus vínculos con países como Irán, Qatar y el grupo Hamás. A esto se suma la incertidumbre sobre la renovación de beneficios arancelarios para productos sudafricanos bajo la Ley de Crecimiento y Oportunidades para África (AGOA).
En medio de este panorama, Sudáfrica se prepara para acoger la próxima cumbre del G20 antes de ceder la presidencia del bloque a Estados Unidos. Ramaphosa invitó personalmente a Trump a participar e incluso le propuso un partido de golf durante el evento. Hasta el momento, el republicano no ha confirmado su asistencia.