En su primera comparecencia ante el organismo desde su regreso a la Casa Blanca el pasado enero, el mandatario republicano puso en duda la verdadera utilidad de la ONU, a la que acusó de fracasar en su propósito central: acabar con los conflictos armados en el mundo.
“Si ese es el caso, ¿cuál es la utilidad de Naciones Unidas?”, preguntó Trump desde el atril, en una intervención cargada de su estilo característico: directo, provocador y plagado de ironías. El presidente abrió su discurso con burlas al teleprompter de la Asamblea, que se averió justo antes de su intervención, y con una anécdota en la que relató con sorna cómo minutos antes había quedado atrapado en una escalera mecánica del edificio.
Lejos de limitarse a la crítica, Trump aprovechó la ocasión para exhibir lo que considera uno de sus mayores logros en esta segunda etapa presidencial: haber puesto fin a siete guerras activas en distintas partes del planeta. Según aseguró, bajo su gestión se alcanzaron treguas históricas entre Camboya y Tailandia; Kosovo y Serbia; la República Democrática del Congo y Ruanda; Pakistán e India; Israel e Irán; Egipto y Etiopía; y Armenia y Azerbaiyán.
El líder estadounidense presentó estos acuerdos como prueba de que la diplomacia directa impulsada por su gobierno ha resultado más efectiva que décadas de gestiones burocráticas de la ONU. “Mientras aquí se discuten resoluciones que nunca se cumplen, nosotros estamos resolviendo problemas reales”, sentenció, recibiendo tanto aplausos como gestos de incomodidad entre los representantes de los Estados miembros.
Embed - El enfado de Trump: acusa a la ONU de darle unas escaleras mecánicas con las que casi se cae Melania
El discurso de Trump, que combina autoproclamados éxitos con una dura crítica a los organismos multilaterales, marca un nuevo capítulo en la relación entre Washington y Naciones Unidas. Para algunos, confirma la estrategia del presidente de priorizar acuerdos bilaterales frente a la acción colectiva; para otros, representa un serio desafío al orden internacional construido tras la Segunda Guerra Mundial.
Lo cierto es que, con esta intervención, Trump vuelve a situarse en el centro del debate global, reafirmando que su retorno al poder no solo ha cambiado el rumbo de la política estadounidense, sino que también está reconfigurando el escenario diplomático mundial.