El aplazamiento del 9no Congreso del Partido confirma quién manda realmente en la Isla y expone la gravedad de la crisis económica y social
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SUSCRIBITERaúl Castro ordenó a Díaz-Canel posponer el 9no Congreso del Partido Comunista ante el colapso económico y social de Cuba, confirmando el control militar y el fracaso del modelo
El aplazamiento del 9no Congreso del Partido confirma quién manda realmente en la Isla y expone la gravedad de la crisis económica y social
La Habana — El régimen cubano se vio obligado a posponer el 9no Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), previsto inicialmente para abril de 2026, en una decisión que refleja la profundidad del colapso económico y social que atraviesa el país.
El anuncio fue realizado por Miguel Díaz-Canel durante el XI Pleno del Comité Central, donde leyó públicamente una carta firmada por el general de ejército Raúl Castro, un gesto que vuelve a dejar en evidencia quién continúa ejerciendo el poder real en Cuba, pese a su retiro formal de la vida política.
En la misiva, Raúl Castro argumentó que la postergación del Congreso “no debe interpretarse como un retroceso”, sino como una medida necesaria ante la magnitud de la crisis.
“Considero aconsejable posponer la realización del 9no Congreso y consagrar desde ahora todos los recursos del país, así como el esfuerzo y la energía de los cuadros del Partido, del Gobierno y del Estado, a resolver los problemas actuales”, señaló el exmandatario.
Según Raúl, aplazar el evento permitiría “cohesionar fuerzas” y crear mejores condiciones para un Congreso futuro. Sin embargo, para amplios sectores de la población, la decisión constituye un reconocimiento implícito del fracaso del modelo económico y político que el propio Partido ha sostenido durante décadas.
La realidad que enfrenta Cuba contradice el discurso oficial. El país vive sumido en:
Apagones prolongados y diarios
Desabastecimiento crónico de alimentos y medicinas
Inflación descontrolada
Deterioro acelerado de los servicios públicos
Un éxodo masivo que vacía la Isla
Mientras millones de cubanos sobreviven en condiciones extremas, la dirigencia utiliza la crisis como justificación para retrasar procesos políticos y aferrarse al poder, sin ofrecer soluciones estructurales.
La postergación del Congreso coincide con un reforzamiento del poder militar dentro de la cúpula del régimen. Durante el XI Pleno, fue promovido al Buró Político el general de cuerpo de ejército Roberto Legrá Sotolongo, jefe del Estado Mayor General de las FAR.
Con esta decisión, cuatro generales activos de alto rango concentran el núcleo duro del poder:
Lázaro Alberto Álvarez Casas
Álvaro López Miera
Joaquín Quintas Solá
Roberto Legrá Sotolongo
El movimiento confirma que, frente a la crisis, el régimen prioriza la lealtad militar y el control interno, por encima de la capacidad de gestión económica o la apertura política.
Mientras la dirigencia insiste en consignas de “unidad”, “resistencia” y “batalla ideológica”, la vida cotidiana de los cubanos se degrada sin freno.
Los planes gubernamentales, cargados de indicadores y promesas, no se traducen en mejoras reales para la población.
La planificación económica sigue subordinada a la supervivencia política del sistema, dejando claro que el objetivo no es el bienestar ciudadano, sino la preservación del poder.
Lejos de ser un acto de prudencia estratégica, la postergación del Congreso del PCC representa:
Un fracaso en cumplir los propios plazos del régimen
Un reconocimiento tácito de la incapacidad de gobernar en crisis
La confirmación de que Raúl Castro sigue decidiendo
Un retroceso institucional en un país urgido de reformas reales
Cuba enfrenta así una coyuntura crítica: un Partido paralizado, una cúpula militar reforzada y una economía colapsada, mientras la población continúa pagando el precio de un modelo que ya no ofrece futuro.

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