Calzada nació el 25 de mayo de 1944 en La Habana y emigró a Miami junto a su familia en 1960, tras el triunfo de la Revolución Cubana. En la capital del exilio, se graduó como ingeniero industrial en la Universidad de Miami (1966) y obtuvo una maestría en Finanzas (1968). Trabajó como ingeniero y contratista hasta mediados de los años setenta, cuando decidió dedicar su vida por completo a la pintura.
Su obra, profundamente influida por la arquitectura colonial y neoclásica de Cuba, construye una memoria visual de la isla: casas, patios, vitrales y columnas emergen en composiciones serenas y elegantes que evocan una nostalgia cargada de belleza y esperanza. La crítica lo reconoció como una voz fundamental del neo-figurativismo contemporáneo, capaz de convertir la vivienda en un símbolo de identidad y memoria.
Su obra fue exhibida en importantes museos y galerías, entre ellos el Bass Museum (Miami Beach), el Lowe Art Museum (Universidad de Miami), el Smithsonian American Art Museum, el Art Museum of the Americas y el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile, entre otros. Su legado artístico se encuentra presente en la Colección del Smithsonian así como en numerosas instituciones y colecciones privadas.
El documental Para construir una casa, del cineasta Eliecer Jiménez Almeida, recoge su universo creativo y su visión simbólica de la arquitectura como refugio emocional. Esta imagen de “templos de la memoria” fue aún más enfatizada por Jiménez, quien afirmó: “En sus cuadros la arquitectura de Cuba se convirtió en templo de la memoria, espejismo de lo que fuimos y esperanza de lo que algún día volveremos a ser.”
Amado por colegas y seguidores, Calzada no solo se distinguió por su maestría artística, sino también por su generosidad y calidez humana. Su hogar en Miami fue a menudo punto de encuentro de artistas, intelectuales y exiliados, donde compartía tertulias y diálogo cuya riqueza trascendía lo meramente estético.
Con su obra, Humberto Calzada transformó la nostalgia del destierro en un espacio poético, donde la arquitectura deviene símbolo de pertenencia. Su legado permanecerá como un testimonio vivo de identidad, memoria y esperanza para futuras generaciones.