Estas inversiones, realizadas antes de las sanciones impuestas por Estados Unidos a funcionarios chavistas, buscaban garantizar la estabilidad energética del país. Sin embargo, la realidad es otra: cortes de luz prolongados, racionamientos diarios y una infraestructura colapsada afectan a millones de venezolanos.
La falta de mantenimiento, equipos obsoletos y fluctuaciones constantes han agravado la situación, mientras que gran parte del personal técnico ha emigrado. De manera extraoficial, se reportó que al menos cinco trabajadores esenciales para la operación de la represa El Guri fueron detenidos tras un conflicto laboral en julio pasado, complicando aún más el panorama.
Obras abandonadas y corrupción: el trasfondo de la crisis
De los recursos destinados a proyectos eléctricos, muchos fueron desviados o mal gestionados. Ejemplos emblemáticos incluyen el cable sublacustre del Lago de Maracaibo, para el que se asignaron 400 millones de dólares pero solo se completó un 10% de la obra, y la Central Termoeléctrica Termozulia III, con 1.070 millones de dólares asignados, aún sin funcionar.
Otros proyectos, como la Hidroeléctrica Manuel Piar-Tocoma (más de 8.800 millones de dólares) y el Parque Eólico de la Guajira (225 millones de dólares), también permanecen inconclusos. En total, más de una decena de obras quedaron paralizadas, sin ningún impacto positivo en la capacidad energética del país.
Opiniones de expertos y alternativas fallidas
El diputado regional Heriberto Labrador, del estado Táchira, denunció que el colapso comenzó a notarse en 2022, extendiéndose a todo el país debido a la falta de inversión y mantenimiento de plantas clave, como la represa Leonardo Ruiz Pineda en Uribante. "El déficit en Táchira supera los 600 MW, pero la generación actual solo cubre un 50% de lo necesario", indicó.
El legislador también señaló problemas con las termoeléctricas y las líneas de transmisión, especialmente para estados alejados como Zulia y Mérida, donde los "cuellos de botella" limitan la distribución de energía desde El Guri. Incluso se planteó comprar electricidad a Colombia como solución temporal, pero la falta de inversión para reactivar sistemas interconectados hizo inviable esta opción.
Conclusión
El colapso eléctrico en Venezuela no solo es el resultado de décadas de mala gestión, sino también de corrupción y abandono de proyectos estratégicos. Si una sola de las 16 obras aprobadas se hubiese completado, la crisis podría haberse mitigado, al menos en regiones específicas. Sin embargo, con una infraestructura en ruinas y un éxodo de especialistas, el futuro energético del país sigue siendo incierto.