Después de una auditoría de la política de sanciones de EEUU dirigida por ese departamento en los nueve meses de la actual administración, los funcionarios dijeron que las sanciones seguirán siendo una herramienta política fundamental, pero que deben usarse de mejor manera.
Eso quiere decir que se reorientarán para sopesar más el potencial de daño no intencional a los grupos vulnerables, la resistencia de los aliados y otras consecuencias económicas y geopolíticas.
La revisión de la política marca un posible punto de inflexión en la política exterior de Estados Unidos, después de que sucesivas administraciones recurrieron cada vez más a las sanciones para castigar y presionar a los gobiernos extranjeros para que cumplan con los intereses estadounidenses.
El número de sanciones impuestas a gobiernos, empresas, funcionarios y otros se multiplicó por diez en las últimas dos décadas, una tendencia que llegó a su punto máximo en la administración Trump, que incluyó a los adversarios en la lista negra con más frecuencia que las administraciones anteriores.
Muchos gobiernos extranjeros, incluidos algunos aliados, a menudo han criticado su uso como una mala política y una justicia de brazo largo.
Incluso, defensores de las sanciones también han cuestionado su efectividad, pues estimularía la creación de sistemas financieros alternativos y el uso de criptomonedas más allá del alcance de Estados Unidos, para burlar los castigos.
FUENTE: www.americateve.com