La protesta masiva pareció ser la mayor de este tipo en 11 meses de guerra. Los manifestantes dijeron que parecía ser un posible punto de inflexión, aunque el país se encuentra profundamente dividido.
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SUSCRIBITELa protesta masiva pareció ser la mayor de este tipo en 11 meses de guerra. Los manifestantes dijeron que parecía ser un posible punto de inflexión, aunque el país se encuentra profundamente dividido.
El mayor sindicato de Israel, la Histadrut, presionó aún más al gobierno al convocar a una huelga general para el lunes, la primera desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 que desató la guerra. Su objetivo es paralizar o afectar los principales sectores de la economía, incluidos la banca, los servicios de salud y el principal aeropuerto del país.
Las negociaciones para el cese del fuego se han prolongado durante meses. Muchos culpan a Netanyahu de no haber logrado un acuerdo, algo que la mayoría de los israelíes desea, según sondeos de opinión. Pero el primer ministro también cuenta con apoyo significativo a su estrategia de “victoria total” contra Hamás, aunque un acuerdo para recuperar a los rehenes tenga que esperar.
Miles de personas, algunas de ellas llorando, se congregaron el domingo por la noche ante la oficina de Netanyahu en Jerusalén. En Tel Aviv, familiares de los rehenes desfilaron con ataúdes que simbolizaban a los rehenes muertos.
“Verdaderamente pensamos que el gobierno está tomando estas decisiones para protegerse a sí mismo y no para salvar la vida de los rehenes, y necesitamos decirles: ‘¡Basta!’”, dijo Shlomit Hacohen, residente de Tel Aviv.
Al parecer, tres de los seis rehenes hallados muertos —entre ellos un estadounidense de origen israelí-- iban a ser liberados en la primera fase de una propuesta de cese del fuego debatida en julio, lo que no hizo sino aumentar la furia y frustración de los manifestantes.
“No hay nada peor que saber que podrían haberse salvado”, afirmó Dana Loutaly. “A veces hace falta que suceda algo tan horrible para sacudir a la gente y lograr que salga a protestar”.
El ejército israelí señaló que los seis rehenes fueron asesinados poco antes de la llegada de las fuerzas israelíes. “Quien asesina rehenes no quiere un acuerdo”, dijo Netanyahu, culpando a Hamás del estancamiento de las negociaciones.
Uno de los rehenes era el estadounidense-israelí Hersh Goldberg-Polin, de 23 años, nacido en Berkeley, California, quien perdió parte de su brazo izquierdo después de que explotó una granada en el ataque. En abril, un video difundido por Hamás lo mostraba con vida, lo que desató protestas en Israel.
El ejército identificó a los demás rehenes como Ori Danino, de 25 años; Eden Yerushalmi, de 24; Almog Sarusi, de 27; Alexander Lobanov, de 33; y Carmel Gat, de 40.
El Ministerio de Salud israelí dijo que las autopsias habían concluido que los rehenes fueron baleados a quemarropa y murieron el jueves o el viernes. Según el ejército, los cadáveres fueron recuperados en un túnel de la ciudad de Rafah, en el sur de Gaza, a una distancia aproximada de un kilómetro (media milla) de donde la semana pasada se rescató con vida a otro rehén.
El teniente coronel Nadav Shoshani, vocero militar, indicó que las fuerzas israelíes encontraron los cadáveres a varias decenas de metros bajo tierra mientras se libraba un “combate en curso”, pero que no hubo un tiroteo en el túnel. Dijo que no había duda de que Hamás los había matado.
Hamás ha ofrecido liberar a los rehenes a cambio del fin de la guerra, la retirada de las fuerzas israelíes de Gaza y la liberación de un gran número de presos palestinos, incluidos milicianos de alto nivel.
Izzat al-Rishq, un alto funcionario de Hamás, dijo que los rehenes estarían con vida si Israel hubiera aceptado la propuesta de cese del fuego respaldada por Estados Unidos que Hamás informó que había aceptado en julio.
Cuando comenzaron los funerales, la indignación nuevamente fue palpable. El cuerpo de Sarusi fue envuelto en una bandera israelí. “Te abandonaron una y otra vez, a diario, hora tras hora, durante 331 días”, dijo su madre, Nira. “Tú y tantas almas hermosas y puras”.
Netanyahu ha prometido continuar con la guerra hasta que Hamás sea destruido.
Altos funcionarios de seguridad israelíes dicen que la intensa presión sobre Hamás ha creado condiciones favorables para un acuerdo de cese del fuego. El ejército israelí, consciente de la dificultad de las operaciones de rescate, ha reconocido que un acuerdo es la única forma de lograr que un gran número de rehenes sean liberados a salvo.
Pero algunos críticos han acusado al primer ministro de anteponer sus intereses personales a los de los rehenes. Es probable que el final de la guerra dé lugar a una investigación sobre los fallos de su gobierno en los atentados del 7 de octubre, el colapso del gobierno de Netanyahu y la convocatoria a elecciones anticipadas.
Según algunos analistas, la indignación generalizada por la muerte de los seis rehenes podría suponer un nuevo nivel de presión política sobre Netanyahu.
“Creo que esto es un terremoto. Esto no es sólo un paso más en la guerra”, dijo Nomi Bar-Yaacov, miembro adjunto del Programa de Seguridad Internacional del centro de estudios Chatham House, poco antes de las protestas del domingo.
Las divisiones en el gobierno también han salido a la luz. Altos funcionarios militares y de seguridad, incluido el ministro de Defensa Yoav Gallant, han advertido que el tiempo se agota.
La televisora Keshet 12 de Israel reportó que Netanyahu se enfrascó el jueves en una disputa a gritos con Gallant en una reunión del Gabinete de seguridad, quien lo acusó de darle prioridad al control de un corredor estratégico a lo largo de la frontera entre Gaza y Egipto —un punto de fricción en las conversaciones— por encima de la vida de los rehenes.
Un funcionario israelí confirmó el reporte y dijo que tres de los rehenes —Goldberg-Polin, Yerushalmi y Gat— habían sido programados para ser liberados en la primera fase de una propuesta de cese del fuego que se discutió en julio. El funcionario carecía de autorización para declarar a los medios sobre las negociaciones y habló a condición de guardar el anonimato.
“En el nombre del Estado de Israel, tengo a sus familias cerca de mi corazón y pido disculpas”, declaró Gallant el domingo. El Gabinete estaba reunido esa noche.
Un foro de familias que tienen algún familiar tomado como rehén han exigido un “paro total en el país” para presionar con el fin de que se alcance un cese del fuego y una liberación de los rehenes.
Incluso una muestra masiva de enojo no sería una amenaza de momento para Netanyahu ni su gobierno de extrema derecha. Aún controla una mayoría en el Parlamento. Pero anteriormente ya ha cedido a la presión pública. Una huelga general el año pasado ayudó a demorar su controversial reforma judicial.
Los padres de Goldberg-Polin, estadounidenses que emigraron a Israel, se convirtieron tal vez en los parientes de rehenes que más se han destacado en el escenario internacional. Se reunieron con el presidente estadounidense Joe Biden y el papa Francisco, y el 21 de agosto hablaron en la Convención Nacional Demócrata tras ser recibidos con un largo aplauso y cánticos de “tráiganlo a casa”.
Biden declaró el domingo que estaba “devastado y furioso”. La Casa Blanca dijo que él habló con los padres de Goldberg-Polin y les ofreció sus condolencias.
Unas 250 personas fueron tomadas como rehenes el 7 de octubre. Israel cree ahora que 101 siguen cautivas, incluidas 35 de las que se piensa están muertas. Más de 100 fueron liberadas durante un cese del fuego en noviembre a cambio de la liberación de palestinos encarcelados por Israel. Ocho han sido rescatadas por fuerzas israelíes. Soldados de Israel mataron por error a tres israelíes que escaparon de su cautiverio en diciembre.
Combatientes de Hamás mataron a unas 1.200 personas, civiles en su mayor parte, cuando invadieron el sur de Israel el 7 de octubre. La ofensiva israelí en represalia ha causado la muerte de más de 40.000 palestinos, según funcionarios de salud locales, que no dicen cuántas personas de esa cifra eran milicianos.
El domingo, un ataque israelí alcanzó un automóvil en un camino en el sur de Gaza y mató a cuatro palestinos, según funcionarios del hospital Mártires de Aqsa y un periodista de la AP que contaron los cadáveres.
La guerra ha obligado a desplazarse a la gran mayoría de los 2,3 millones de habitantes de Gaza, con frecuencia varias veces, y sumió al asediado territorio en una catástrofe humanitaria.
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Los periodistas de The Associated Press Samy Magdy en El Cairo, Danica Kirka en Londres, y Darlene Superville en Rehoboth Beach, Delaware, contribuyeron a este despacho.
FUENTE: Associated Press
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