Después de 2008, cuando trabajó con Phil Manzanera para “Hellville de Luxe”, éste es su primer álbum con un productor, en este caso Adán Jodorowsky alias Adanowsky.
“Quería que el que me produjera fuera una persona que se aproximara a mi música y me ayudara a ir a un lugar al que yo no llegaría solo”, dijo Bunbury.
A Jodorowsky lo conoce desde hace más de una década y habían compartido escenario, además de soñar con hacer un proyecto conjunto.
“Hay algo muy especial en su forma de acercarse a la música que me gusta mucho, que es imponerse unos límites estrechos en los que tiene que ocurrir todo y a la vez lo que te limita te libera”, dijo Bunbury. “En este caso fue trabajar de un modo muy orgánico, vintage (antiguo), trabajar en cinta, dejando de mirar al ordenador, son músicos tocando, hay que utilizar las orejas”.
También usaron microfonía antigua, de la década de 1970, no usaban claqueta para marcar las tomas y tocaban libremente, con inspiraciones como géneros como el soul, el New Wave de Nueva York, y “Ziggy Stardust” de David Bowie.
“Si alguien quiere hacer la comprobación cuando escuche el disco, verá que en las canciones nos vamos moviendo y hay momentos en los que vamos a un tempo y momentos en los que nos estamos acelerando y momentos en los que vamos más lentos, así es el ser humano y así es en cierto modo la música”, dijo Bunbury. “Creo que hay algo mágico y humano en permitir el error, convivir con el error y convivir con la humanidad del músico, el sentimiento del músico, la toma en lugar de los pedacitos”.
Bunbury estuvo acompañado por músicos franceses en este álbum, son “muy jóvenes, no llegan a los 30 años, son una banda de chavitos”, dijo.
El rockero de Zaragoza es un experto en crear estos micro universos canción por canción, como su MTV Unplugged de 2015, el cual hizo sin repetir tomas.
“Yo creo que la música actualmente está demasiado retocada... a mí me gusta escuchar a los músicos, me gusta cuando escucho una grabación saber que hay un ser humano interpretando una parte hermosa de guitarra, o de piano, o de sintetizador”, dijo.
“Greta Garbo” fue grabado en el estudio El Desierto a las afueras de la Ciudad de México en el bosque conocido como Desierto de los Leones.
“Había ido ahí hacía muchos años, me llevó Rita Guerrero”, recordó sobre la fallecida vocalista de la banda mexicana Santa Sabina. “Es un lugar mágico, maravilloso, tan cerca de la Ciudad de México y a la vez te sientes tan alejado del estruendo y del estrés, del ruido de la ciudad”.
El estudio tiene instalaciones para que los artistas se puedan quedar a dormir y convivir durante la grabación.
“Fue muy bonito que nos quedáramos Adán con su hijo, mi familia vino”, dijo. “Fue un momento de creación conjunta maravilloso en un lugar que me permitía levantarme todas las mañanas y hacer un hike (caminata) por todos esos bosques maravillosos que ya me sé como la palma de mi mano”.
“Para mí entrar en México siempre es entrar en casa, en un lugar muy querido”, señaló el artista quien incluso se casó en el país con Jose Girl, con quien tiene a su hija Asia. “Por México me ha pasado media vida”, señaló.
Alguna vez Bunbury cantó mariachi en pleno Zócalo de la Ciudad de México. Aunque había dicho que esto no se repetiría, ha cambiado de opinión.
“Me encantaría volver a cantar mariachi en alguna ocasión”, dijo. “Me encanta la música tradicional mexicana, de hecho las canciones que estoy componiendo ahora para el próximo álbum tienen un punto básicamente latino, hispano y latino, es un disco bastante más tradicional en cuanto a buscar los géneros más puros de la tradición y la raíz... La música mexicana y latinoamericana a mí me apasiona, entonces no lo descarto para nada”.
En “Greta Garbo” le dedica la canción “De vuelta a casa” a su familia.
“Conviven en esa canción los momentos de desesperanza y de ilusión, pero sí es una oda a toda la grandeza que en mi caso me espera en mi núcleo familiar, en mi casa, en el lugar que he creado”, dijo.
En “Para ser inolvidables” se adentra en la música disco y habla de “caer con estilo”, además de tratar de desmitificar la celebridad.
“Yo tengo este gusto por el error y por los tropiezos, creo que son momentos fascinantes en los que tenemos la posibilidad de aprender como nunca en nuestra vida”, dijo. “Esa canción en realidad es más una reflexión sobre las celebridades o sobre el ansia que tenemos en estos momentos por conseguir ser reconocido o conocido más que reconocido, cuando en mi opinión la gente más maravillosa que he conocido no son precisamente los más exitosos, sino gente cotidiana, gente normal”.
“Tormenta perfecta” es un tema en el que el pesimismo se convierte en una afirmación positiva.
“Es una canción bastante liberadora y el poder gritar ‘estos tiempos de mierda’ es algo que creo que ayuda a sobreponerse y a pasar página y a mirar en qué cosas realmente te puedes apoyar para continuar con ilusión tu vida y tu quehacer y las cosas que te motivan”, dijo.
Cuando no sabía lo que tenía, Bunbury temía que perdería la relación única que tiene con su público en vivo.
“Tenía el dolor de sentir que este alejamiento del público podía suponer cortar ese link que existe de comunicación”, dijo “Porque un concierto es un momento de comunicación con gente que ha vivido y ha sentido tus canciones”.
Ahora, con su álbum en mano, Bunbury se prepara para presentarse en concierto en junio del próximo año en Ciudad de México, Guadalajara, Los Ángeles, Nueva York y Madrid.
FUENTE: Associated Press