En Santiago de Cuba, pobladores se aglomeran en una cola desde la madrugada para comprar una pequeña bandeja de pollo.
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SUSCRIBITEEn Santiago de Cuba, pobladores se aglomeran en una cola desde la madrugada para comprar una pequeña bandeja de pollo.
En Pinar del Río, otros cubanos esperan en otra fila, pero para adquirir arroz.
Son dos muestras de la dura realidad del cubano, que no cambia. Empeora.
Y justo, dos años después de que, en otra de sus tantas promesas al vacío, el régimen dijera en abril de 2021 que impulsaría la producción agropecuaria con 63 medidas, esas que a esta hora, el primer ministro Manuel Marrero parece admitir que no funcionan.
Tras dos años de aplicar sus 63 medidas para supuestamente estimular la agricultura, el régimen se aparece ahora diciendo igual que los resultados del campo en los primeros tres meses de 2023 son malos y que lo que necesita son divisas para hacerlo producir. O sea, que de nada vale aquel paquete de medidas.
Mientras, el cubano sigue sufriendo los altos precios de los de por sí escasos alimentos.
El fracaso de cada experimento del régimen en más de seis décadas para hacer producir el campo en Cuba lo muestra igual hoy su vicepresidente Salvador Valdés.
En Guantánamo, admite que pese a que la isla tiene las condiciones, no produce el arroz que necesita. Eso que sabe y sufre cada día el cubano.
Lo que sí no admite ningún representante de ese régimen, como es de esperar, es que la culpa de este fracaso sóolo la tiene su inoperante política económica.
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