Lo hace, mientras en nuevas fotos de la revista española Hola, se ve a su hijastro y asesor, Manuel Anido Cuesta, disfrutando de compras en Madrid, junto a su novia, la actriz Ana de Armas, en una vida imposible para una mayoría de los cubanos, a los que el régimen les pide más y más sacrificios.
Díaz-Canel, quien como era de esperar, no ha dicho una palabra pública del cuestionado romance de su hijastro con Ana de Armas, afirmó que la dictadura estaba preparada para el triunfo electoral de Trump, intentando quitarle presión a una posible nueva política más dura de Washington hacia la isla, que pese a sus constantes promesas de mejorías y discurso triunfalista, es incapaz de solucionar los largos apagones, la inflación y las penurias cotidianas, esas que no sufren ni él, ni su familia, que no tienen, por ejemplo, que verse obligados a cocinar con leña, como le está ocurriendo a tantos cubanos.
Pero mientras Díaz-Canel lanza otra vacía promesa de mejoría y su hijastro sale de compras con su novia Ana de Armas en Madrid, vecinos de Imías y San Antonio del Sur, en Guantánamo, las zonas más golpeadas por el azote del huracán Oscar en el oriente de Cuba, dicen a Cubanet que lo poco que las autoridades locales han dado a quienes perdieron todo, lo tienen que pagar, al tiempo que en Pilón, Granma, el poblado con más afectaciones por los dos recientes terremotos en la isla, muchos niños cuyas escuelas sufrieron severos daños, ahora tienen que recibir clases en casas de campaña armadas por el ejército.