La cartelera, denominada Noche de Campeones de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), significará la vuelta del pugilismo profesional a Cuba desde la década de 1950 y se enmarca en las celebraciones del aniversario 50 del primer Mundial Amateur, disputado en La Habana en 1974.
El programa constará de seis combates, cuatro de ellos a seis rounds y los dos últimos a diez asaltos, con premios de hasta 120 mil dólares.
Arlén López, Julio César La Cruz y Roniel Iglesias, todos bicampeones olímpicos en Rio´2016 y Tokio´2020, así como Erislandy Alvarez, único ganador del oro en París´2024, y Saidel Horta y Lázaro Alvarez, subirán al cuadrilátero de la Ciudad Deportiva habanera contra rivales de diferentes países.
Arlén López va contra el bielorruso Aliaxei Alfiorau en los 80 kilos y Julio César La Cruz enfrentará al uzbeko Madiyar Saydrakhimov en los 92. Estos serán los combates a diez asaltos por el título de la IBA.
El resto de la cartelera, a seis rounds, lo completan los pleitos de Saidel Horta vs Ruslán Belousov (Rusia) en 57 kilogramos, Lázaro Álvarez y el uzbeko Mujibillo Tursonoz, en 63.5, Erislandy Alvarez y el uruguayo Eduardo Estela, en la misma división, y Roniel Iglesias ante el armenio Gurgen Madoyan, en el peso welter.
DEP-BOX CUBA-BOXEO FEMENINO
Associated Press
Ya desde hace un par de años, los púgiles cubanos han participado en carteles profesionales fuera de la isla, bajo el auspicio de la IBA, al tiempo que peloteros considerados desertores en su momento, han sido llamados a las filas de la selección nacional de béisbol.
La IBA no es ninguna de las grandes entidades que rigen el pugilismo profesional, como el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), la Organización Mundial de Boxeo (OMB), la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) o la Federación Internacional de Boxeo (FIB).
De hecho, era la encargada de regular la parte amateur de este deporte, vinculada al Comité Olímpico Internacional (COI), pero que ha tratado en los últimos tiempos de colarse en el negocio rentado con carteleras de segundo nivel, como la de La Habana.
Pero la relación entre el COI y la IBA terminó, al punto de que el boxeo ha sido excluido, al menos por el momento, del programa de los Juegos Olímpicos de Los Angeles´2028, y su reinserción dependerá de los auspicios de un nuevo organismo, llamado World Boxing.
De todos modos y aunque se trate de un evento de categoría inferior, representa un parteaguas, más de seis décadas después de que Fidel Castro eliminó el profesionalismo en el deporte en Cuba y demonizó a quienes vivían del dinero que les reportaba sus habilidades atléticas, llamándolos “esclavos”.
CUBA BOXEO
Peleadores de la Escuela Cubana de Boxeo durante un entrenamiento, el viernes 22 de marzo de 2024, en Wajay, Cuba. (AP Foto/Ramón Espinosa)
Copyright 2024 The Associated Press. All rights reserved
En esos largos años, la prensa oficialista ignoró las hazañas de los cubanos, tanto en las Grandes Ligas del béisbol, como en los cuadriláteros de boxeo, a pesar de que hombres como José “Mantequilla” Nápoles, Ultiminio Ramos, Luis Manuel Rodríguez, y más recientemente Joel Casamayor, Erislandy Lara y Guillermo Rigondeaux, entre otros, consiguieron escalar a lo más alto del firmamento pugilístico rentado.
La única referencia a los boxeadores profesionales cubanos era a Eligio Sardiñas, Kid Chocolate, campeón mundial en la década de 1930, porque fue mucho antes de la llegada de Castro al poder, y porque decidió quedarse a vivir en la isla, donde falleció en 1988.
Entretanto, los medios dedicaban ríos de tinta para ensalzar el poderío de los boxeadores amateurs, que dominaban a su antojo en los Juegos Olímpicos y aportaban la mayor cantidad de medallas a las delegaciones cubanas en cuanto evento se celebrara por el planeta, con el soporte financiero de la extinta Unión Soviética, que permitía hacer del deporte una bandera de propaganda política.
Pero la URSS desapareció y con ella, se fueron los casi ilimitados fondos para el deporte, mientras el mundo continuó girando.
Toca ahora mirar hacia el pasado y tratar de insertarse en el mismo profesionalismo denostado décadas atrás, para tratar de arañar cualquier ganancia que ayude a financiar el venido a menos movimiento deportivo cubano, mientras Castro se retuerce en La Piedra de Santa Ifigenia.