Triunfos inventados, pueblo reprimido
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SUSCRIBITEEn un acto formal de entrega de obras públicas, Nicolás Maduro lanzó este jueves un discurso con tintes confrontativos, acusando a sectores oligárquicos y a la "derecha fascista" —tanto nacional como internacional— de sentir “envidia insana” por lo que él califica como “victorias del pueblo venezolano”.
Triunfos inventados, pueblo reprimido
Maduro celebró la reinauguración de una plaza pública en Caracas como si fuera un triunfo histórico, asegurando que fue reconstruida tras “ataques terroristas” de grupos de oposición. Sin embargo, esa narrativa esconde la realidad: la verdadera destrucción de Venezuela ha sido causada por décadas de corrupción, incompetencia y control represivo por parte del chavismo.
El mandatario asegura que el país ha vivido siete procesos electorales “victoriosos” en un año, pero evita mencionar las acusaciones internacionales de fraude, la inhabilitación de candidatos opositores y las violaciones a los derechos humanos que han dejado a miles de venezolanos sin voz ni voto.
La manipulación del discurso de “paz”
Maduro insistió en que “la paz es el camino”, mientras justifica el encarcelamiento de dirigentes opositores, la censura a medios independientes y el uso de cuerpos parapoliciales para intimidar a la disidencia. El llamado a la “paz” es, en realidad, un eufemismo para consolidar su poder a través del miedo.
¿A quién le arde realmente?
Lo que le “arde” al pueblo venezolano no es el supuesto éxito del chavismo, sino el hambre, el exilio forzado, los salarios miserables y la ausencia de justicia. Mientras Maduro presume de plazas pintadas y banderas ondeando, millones de ciudadanos siguen escapando del país o sobreviviendo con remesas, porque el sistema económico y político que él representa ha destruido las oportunidades de toda una generación.
El verdadero enemigo de Venezuela
La “resistencia” que tanto defiende Maduro no es del pueblo, sino del aparato represivo que impide la alternancia democrática. Desde las cárceles políticas hasta las amenazas a periodistas y activistas, el régimen se aferra al poder utilizando todos los recursos del Estado para aplastar cualquier señal de cambio.
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