Medio kilo de caraotas y medio de pasta es el almuerzo que tenían en un humilde ranchito del sector III del barrio La Batalla, son ocho personas las que dependen de esa olla, de los cuales tres son niños y el resto adultos. Se trata de una situación complicada para la salud, pues esa dieta es la frecuente entre los venezolanos que viven en zonas vulnerables y día a día sortean la crisis que los orilla a la desnutrición.
Hombres, mujeres, niños y adultos mayores, ninguno está exento de enfrentar el hambre o a comer menos porciones de granos y carbohidratos, cuya carga nutritiva es tan baja que los ubica como personas de alta vulnerabilidad a enfermedades y cuadros de desnutrición, pues trata de alimentos que sólo sirven para llenar el estómago, pero cuyo consumo aumenta porque es más económico, según explicó el Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Ovsan).
Según la ONG Mapani, la crisis que dispara el hambre ha ido en aumento durante la pandemia. Sólo en el 2021 un 40% de los niños que fueron atendidos estaban en riesgo de desnutrición. Al conversar con los padres, se conoció que la dieta diaria estaba basada en granos, pasta, arroz, arepa y margarina. La mayoría sólo consume dos comidas al día y no consume carne, pollo, huevos ni embutidos.