Su gestión fue descaradamente parcializada, pues siempre miró hacia otro lado, cuando, precisamente en América Latina, gobiernos totalitarios de izquierda violan a diestra y siniestra los derechos humanos y las libertades civiles.
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SUSCRIBITESu gestión fue descaradamente parcializada, pues siempre miró hacia otro lado, cuando, precisamente en América Latina, gobiernos totalitarios de izquierda violan a diestra y siniestra los derechos humanos y las libertades civiles.
De hecho, durante su mandato, América Latina vivió su peor regresión democrática en décadas, por obra y gracia del llamado Socialismo del siglo XXI, del cual, en alguna medida, ella formó parte cuando gobernó Chile.
No es raro ver de tiempo en tiempo en redes sociales sus fotos con Fidel Castro, Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, los Kirchner o Nicolás Maduro, paladines del totalitarismo latinoamericano, así que no es de extrañar su sesgo a la hora de encarar su labor como máxima autoridad de los Derechos Humanos en Naciones Unidas.
Ignoró la represión del dictador Daniel Ortega en Nicaragua a partir del 2018, justo el año en que la chilena asumió su cargo en la ONU, mientras que, en Venezuela, Nicolás Maduro se atornillaba al poder en una elección fraudulenta, repudiada por la mayoría de la comunidad internacional.
Eso, sin mencionar a Cuba, génesis de toda la crisis antidemocrática en la región. Para Bachelet, la isla gobernada desde hace más de seis décadas por la más férrea dictadura de todo el hemisferio occidental, simplemente, no existió.
Sin embargo, fue enérgica al condenar la convulsa situación en Bolivia en el 2019, que terminó con la salida de Evo Morales del poder por las protestas que generó su fraudulenta reelección en 2019.
Hay Derechos Humanos y Derechos Humanos, pero, al parecer, para Bachelet, algunos son más derechos y más humanos que otros.
Más allá de Latinoamérica, su labor a la hora de enfrentar las violaciones en la China de Xi Jinping fue una bufonada.
Su visita a Beijing fue utilizada por el régimen chino para hacer propaganda, mientras la funcionaria se iba con las manos vacías y nada que decir.
Ni siquiera una palmada en la mano a Xi Jinping. Fue, si acaso, a hacer turismo.
Y en opinión de Kenneth Roth, director ejecutivo de la ONG Human Rights Watch, su viaje no pudo beneficiar más el esfuerzo del gobierno chino por ocultar las detenciones masivas y los abusos en Xinjiang, donde la minoría uigur es sometida a una feroz represión, con campos de reeducación y de trabajo.
Fueron cuatro años perdidos, en los que Bachelet reprobó su tarea y dejó un retroceso en el respeto de los Derechos Humanos en el mundo.
¡Menuda tarea le deja a quien sea electo para sustituirla!
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