Escribo estas líneas a pocas horas de que el presidente español, Pedro Sánchez, salga en rueda de prensa a decir que no renuncia “porque el pueblo se lo ha pedido”. Este lunes hará el previsible anuncio tras una estrategia de victimismo lanzada a través de una carta en redes sociales que recuerda el melodramático recurso de Fidel Castro para dar un golpe de Estado al presidente Manuel Urrutia Lleó, puesto por el mismo Castro para luego quitarlo en 1959.
Sánchez lleva meses callado desde que el digital El Confidencial, en febrero pasado, comenzara a publicar una serie de trabajos periodísticos en los que demuestra, con pruebas documentales, un tráfico de influencia de la mujer de Sánchez, Begoña Gómez.
De hecho, a esta hora ya hay autobuses por las carreteras españolas camino a la sede del PSOE en Madrid, con un supuesto clamor por delante. No es de extrañar que el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, un político vinculado al Chavismo, fue quien solicitó las caravanas de apoyo a Sánchez.
El actual presidente español se encuentra acorralado por el cuarto poder, o sea, por una prensa que él llama de “ultraderecha” y que en realidad hace su trabajo: denunciar la corrupción.
Las exclusivas de este periódico desvelaron contactos de la primera dama española con un empresario en el denominado “caso Koldo” y el responsable de Globalia, la empresa paraguas de Air Europa que fue rescatada por el Gobierno. El Confidencial desveló, además, según se lee en sus páginas, el apoyo de Gómez a un empresario afín “para lograr contratos públicos millonarios”.
Si ahora Sánchez sale a defender su familia, sin haber negado las informaciones del mencionado digital, es porque un juez de Madrid ha presentado “diligencias” para investigar el caso, un paso previo antes de admitirse a trámite el proceso judicial.
Sánchez gana tiempo, mientras la Fiscalía estatal ha pedido a los superiores del magistrado que archive el caso. Pero fue más lejos: Según escuché decir a un comentarista radial español, ha comenzado una campaña de desprestigio a la hija del juez, solo por “diferencias políticas”, señaló el comentarista.
El gobierno de Sánchez, quien en su carta se queja de acoso mediático a su familia, lleva, paralelamente, meses desprestigiando a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en base a un caso de fraude a Hacienda que por demás es muy pequeñito al lado del escándalo de la mujer del presidente.
O sea, la estrategia de victimizarse entraña fuertes dosis de cinismo y espera que el público no tenga en cuenta estas nimiedades.
CATALUÑA, LA PODEROSA COMUNIDAD AUTÓNOMA CONVERTIDA EN EJE CENTRAL
La sorpresiva carta de Sánchez, a nuestro modo de ver, está relacionada también con las elecciones de Cataluña, a celebrarse el próximo 12 de mayo pero cuyas campañas comenzaron este fin de semana.
Sánchez se lo juega todo en estas elecciones porque sin Cataluña no puede gobernar. De hecho, quien está marcando las pautas de gobierno en estos momentos, y desde fuera del país, es el político catalán Carles Puigdemont, que está fugado de la Justicia española. Curiosamente, el partido de Puigdemont, Junts per Catalunya, es un partido de derecha, secesionista pero de derecha.
De manera que Sánchez, quien no ganó las pasadas elecciones sino el opositor Partido Popular que lidera Alberto Núñez Feijóo, y fue beneficiado por una coalición de partidos de diverso color, recurso que permite la ley electoral española, se encuentra acorralado precisamente por la prensa, y ha echado manos a una puesta en escena lastimera que mucho recuerda al actorazo que fue Fidel Castro desde el lejano 1959.
El jueves pasado, en el programa radial La Brújula, de Onda Cero, Feijóo, que estaba invitado para hablar de la actualidad política mientras se acababa de dar a conocer la carta de Sánchez, dijo una frase que me pareció sumamente ilustrativa, y lo hizo con buen estilo. Al ser preguntado por qué no denunció en las sesiones del Congreso el escándalo de tráfico de influencias de la mujer del presidente, comentó:
“Sánchez lo que quiere es llevarme al fango pero eso yo no lo hago porque ahí me gana”, señaló en referencia a la costumbre de la izquierda de organizar campañas de desprestigio contra las personas. “Que lo ponga en claro la Justicia”, añadió Feijóo.
En 1959, Castro no sacó sus cartas desde un primer momento al no declarar el carácter socialista de la denominada Revolución.
Una revisión a la prensa de la época muestra la estrategia de Castro cuando él mismo colocó a un presidente civil que no era más que un instrumento, para luego desprestigiarlo con apoyo popular.
En el Boletín Revolución, No. 40, de 1959, se lee:
“En la primera página del matutino Revolución de ese viernes 17 de julio aparece un titular de dos palabras: ´Renuncia Fidel´. Inmediatamente debajo: ´Explicará hoy al pueblo los motivos de su decisión´. Desde horas tempranas de esa dramática mañana, en la medida que el pueblo y sus organizaciones conocen la noticia, el país se estremece”.
Y sigue:
“La reacción es unánime en defensa de Fidel. Las guaguas llevan letreros que dicen: ´Fuera los traidores del gobierno´. La gente se congrega en los alrededores del Palacio Presidencial, portan carteles en los que se lee: ´Fidel: Contigo hasta la muerte´; ´Qué se vaya el otro´”.
“Las declaraciones de los dirigentes de la Revolución y de las organizaciones se funden en los pedidos que, desde todos los rincones del país, el pueblo le hace a Fidel para que no renuncie. Los estudiantes comienzan a concentrarse en la Universidad de La Habana. En la histórica Colina se oyen gritos de ´Fidel no puede renunciar´, ´Aquí lo que hay es que meterle mano a los cobardes´”.
“ Luego”, continúa la crónica, “ los estudiantes marchan en manifestación frente al Palacio. El pueblo entero se moviliza. Está intranquilo. Todos quieren que regrese Fidel. Los dirigentes de las principales organizaciones piden calma para esperar las declaraciones del líder máximo de la Revolución”.
¿Líder máximo de la Revolución? ¿A qué suena eso?
¿Y los autobuses de Sánchez no serán las mismas guaguas de Fidel Castro?
Yo lo tengo anotado porque me llamó poderosamente la atención: Cuando en 2018 salió adelante una moción de censura contra el presidente español Mariano Rajoy, y Sánchez, entonces líder de la oposición, se convirtió en presidente interino, lo primero que hizo fue viajar a Cuba, la misma semana.
¿Tanta prisa tenía? ¿Dimitirá ahora Sánchez?
La mesa está servida.