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Cuba

OPINION: Cuba se va de París con su peor actuación en más de medio siglo

Terminaron –finalmente- los Juegos Olímpicos de París´2024, que para muchos participantes resultaron una pesadilla desde el punto de vista organizativo

americateve | Jorge Morejón
Por Jorge Morejón

Estados Unidos se ratificó, por estrecho margen, como la máxima potencia deportiva del planeta, con China pisándole los talones en el segundo escalón del medallero y el sorprendente Japón en tercero, mientras que Australia, en cuarto, le adelantó al mundo sus intenciones para cuando acoja, dentro de ocho años, los Juegos Olímpicos del 2032 en la ciudad de Brisbane.

Cuba, el otrora motor olímpico de Latinoamérica, tuvo su peor actuación en más de medio siglo, con sólo nueve medallas en total, dos de oro, una de plata y seis de bronce, para terminar en el lugar 32 de la clasificación general, lejos del pronóstico de La Habana de incluirse entre los 20 primeros.

En los Juegos de Tokio´64, con solamente una medalla de plata (Enrique Figuerola en 100 metros planos), la isla quedó en el puesto 30 de la tabla general.

Hace 56 años, en México´1968, los deportistas de la Mayor de Las Antillas consiguieron cuatro medallas de plata con los boxeadores Enrique Regüeiferos y Rolando Garbey, así como los relevos 4x100 en ambos sexos.

En Munich´1972, Cuba ganó ocho preseas, tres de ellas de oro en el boxeo (Orlando Martínez, Emilio Correa y Teófilo Stevenson), una plata y cuatro bronces.

Pero la mayor diferencia está en que en ese entonces, el movimiento deportivo cubano iba en una espiral ascendente, con el soporte económico casi inagotable de la extinta Unión Soviética.

El plan consistía en inyectar recursos ilimitados para aprovechar las innegables condiciones atléticas de los cubanos y diversificar las disciplinas, para usar los triunfos en la arena internacional como una bandera de propaganda que aparentara la superioridad de un sistema político en medio de la Guerra Fría.

Era, además, una época en que el olimpismo estaba abierto sólo al deporte amateur y los mejores profesionales de Occidente tenían vetada su participación.

Cuba y los países del bloque socialista de Europa del Este presentaban como aficionados a sus atletas, que no eran otra cosa que profesionales de Estado, dedicados exclusivamente a la práctica del deporte y salarios enmascarados como empleados de empresas estatales, y se valían de esa trampa para pavonearse entre los primeros del medallero.

Por el contrario, los resultados del 2024 son el reflejo de una sociedad colapsada y en desbandada, aunque la prensa oficialista repita su viejo mensaje patriotero para resaltar unos triunfos cada más escasos.

Parte de esa desbandada son los 21 cubanos que compitieron bajo otras banderas y consiguieron ocho medallas, que podrían haber ido a la cosecha del INDER, como las de oro, plata y bronce que se llevaron Jordan Díaz, Pedro Pablo Pichardo y Andy Díaz, en representación de España, Portugal e Italia, respectivamente.

Aunque representaron a 13 países diferentes y dos de ellos se incluyeron por primera vez en el Equipo de Refugiados del Comité Olímpico Internacional, estos 21 fueron seguidos muy de cerca por los cubanos de a pie, a pesar de la casi nula referencia a ellos en los medios oficiales.

Simbólicamente, la gente llamó a este grupo como “el equipo de cubanos libres” y comparaban sus actuaciones con los de la delegación del INDER.

Y a no dudarlo, esta tendencia seguirá en aumento, con más cubanos que busquen por sí mismos mejores horizontes fuera de la isla y en gratitud dediquen sus esfuerzos a los países que los acojan, así como resultados cada vez más pobres de las delegaciones oficiales que acudan a próximas lides.

Además de ser escenario del colapso deportivo de Cuba, París dejó bajas calificaciones por las permanentes quejas por la mala alimentación y condiciones de vida en general en la Villa Olímpica marcaron esta edición de la magna cita cuatrienal.

Los organizadores se empeñaron en hacer un certamen ecológicamente sostenible y los participantes terminaron sufriendo entre el calor del verano parisino sin aire acondicionado, las camas de cartón reciclable, el transporte inexacto y la deficiente alimentación, en un país que se jacta de su culinaria.

La imagen del nadador italiano Thomas Ceccon, campeón en 100 metros espalda, durmiendo en una plaza cerca de la villa, para combatir el calor, le dio la vuelta al mundo y puso en evidencia las fallas del evento.

Los Juegos Olímpicos son la expresión suprema del deporte en el mundo y los mejores atletas del planeta pasan cuatro años preparándose para esta cita cuatrienal, en pos de la gloria suprema.

Lo menos que merecen por tanto esfuerzo, es poder competir en las mejores condiciones posibles.

La organización de este certamen es costosa, tanto, que casi nadie puede asumirla y queda limitada a unos pocos países, entre los más desarrollados del mundo.

Quien se comprometa a preparar los Juegos Olímpicos debe cargar toda la responsabilidad que ello implica, sin mezquindad, ni tacañería, en aras de garantizar la mayor calidad posible

El escatimar recursos por una agenda extradeportiva, sea cual sea, podría haber condenado a París a pasar otro siglo sin Juegos Olímpicos, después de haber acogido las ediciones de 1900 y 1924.

americateve | Jorge Morejón
Por Jorge Morejón

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