Los impíos, la deslealtad de la oposición y los partidos antisistema
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El español Miguel de Servet teólogo, metodista, protestante, defensor de la libertad de expresión y combatiente de la inquisición, lanza una sentencia de un valor universal vigente: “Propio de la condición humana es la enfermedad de creer a los demás impostores e impíos, no a nosotros mismos, porque nadie reconoce sus propios errores...” De esta enfermedad de creer más lo que dicen otros, sufren con mayor sensibilidad, aquellos que perdieron la confianza en su identidad. Es normal que el criticismo y la diatriba ganen la batalla contra la fe, porque creer, inmensamente intimo con mi yo consciente, es más vulnerable ante el sufrimiento y la desesperanza que la razón. Más fácil resulta escuchar al “cínico”, al que se justifica a sí mismo, descalificando todo lo que le rodea. Opera entonces una mutación de “credibilidades” donde visibles falacias logran cobijo.
De esto tenemos una larga lista de quebrantadores de fe y confianza, montados en silogismos bárbaras de apariencia exacta, que destruyen la movilización grupal y el reconocimiento noble. Los manuales de ciencias políticas-nos recuerda Cebrián-explican que hay dos causas para la inestabilidad de la democracia: la deslealtad de la oposición y la incorporación al poder de los partidos antisistema.
Muchos impíos inundan la política venezolana. Peor, en tiempos de dictadura. Nada colaboran a la restauración de la democracia. Más por ignorancia, conveniencia y/o soberbia que por error, lanzan sentencias fútiles. “Es hora de una nueva alternativa democrática que realmente saque a Maduro [...] No podemos seguir el guión de Washington […]Hay que alinear acciones contundentes a nivel nacional e internacional para lograr el cese de la usurpación […] ¡Intervención extranjera, marines ya! […] Acabemos con las elites opositoras muy costosas al erario […]” Y unas de las más sinuosas: “es necesario un nuevo liderazgo que se alinee con el ciudadano, resuelva sus necesidades, atienda sus problemas y busque realmente eliminar el chavismo”. Los clichés son inagotables.
Estas sentencias rimbombantes sufren lo que algunos psicólogos sociales denominan vicios de externalidad. Nótese que el responsable de resolver nuestro drama no es precisamente quien descalifica, sino que endosa la misión a un agente externo. “Asumir políticas contundentes” es pedirle a otro que nos haga el trabajo, eso sí, sin tomar un mínimo riesgo, sin que le toquen [al que canta con tan buena voz] a un hijo con el pétalo de una rosa. ¿Cinismo o ignorancia?
Quebrantar la fe en buenos liderazgos, normalmente pasa por denostar de buenas alianzas. Dividir estando fuera del poder demuestra una ansiedad particular, individual, egoísta, por ser el elegido para llegar al poder. Pero no basta enunciar nuevas alternativas. Hay que exhibirlas y ejecutarlas, demostrando eficacia más que promesas. Quien afirme la alternativa soy yo, tiene el deber ipso facto de presentar armaduras, rutas, planes y estrategias reales para liderar [no delegar] esos compromisos. Poner el pellejo. No el del vecino.
Democracia política y sociedad democrática
Ya lo decía el alemán de madre española Juan Linz y Stepan. La democracia demanda la existencia de una sociedad madura y relativamente autónoma. Tanto un régimen que garantice libertades [democracia política] como ciudadanos preparados para vivir en comunidad, creer y respetar los valores identitarios y de estado. Es difícil construir una transición política desde el levantamiento de falsas especulaciones e infames señalamientos. Mentiras y desinformación que exacerban la fragmentación.
“Se gastaron un dineral, viven de ese ecosistema, y no quieren apartarse de esa maquinaria”. No aclaran los cínicos que esos recursos han sido utilizados en programas humanitarios, migratorios y de salud pública, auditados y sometidos a rigurosos controles de organismos multilaterales. Recursos que han ido a grupos de interés, naciones y organizaciones no gubernamentales que han rendido cuenta de cada dólar utilizado. De cómo han llegado a los estómagos, al corazón y la vida de venezolanos muy vulnerables. A médicos, mujeres y niños. La mezquindad es lo que alimenta al cínico que al decir de Dietrich Bonhoeffer “quiere justificar su palabra expresando en cada caso lo único que él cree conocer, perdiendo de vista el conjunto de la realidad, y precisamente por eso, destruyendo totalmente la realidad, y su palabra, aun cuando tenga la apariencia superficial de la exactitud, que es falsa”. Impostores han creado una tóxica zona confusional, divisional, que ha destruido la fe en líderes políticos valiosísimos y en nosotros mismos, como lo alertó Servet. Y así piden enviar a todos a la inquisición-chavistas y opositores-quedando ellos ataviados de su pureza y sabiduría...
El Ejemplo de Barinas…
Es momento entonces de no pretender verdades absolutas ni auto profecías no cumplidas que carecen de un pequeño valor: mi propio sacrificio. Mucho daño a la unidad necesaria ha hecho la desinformación, la mentira y la perfidia “exactitud de los cínicos”.
Ahí tienen el ejemplo de Barinas. Lo que pasa cuando el pueblo se une en ciudadanía, se eleva a la tiranía y hace caso omiso a los antisistemas y saboteadores de la unidad.
FUENTE: @ovierablanco. Embajador (designado)de Venezuela en Canadá
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