En medio de la crisis económica que sufre Cuba en este 2024, debido a la mala administración de 65 años de comunismo y precisamente ahora, cuando el régimen autocrático lanza una ofensiva diplomática, para obtener créditos blandos y el levantamiento del embargo, no debemos olvidar lo sucedido en Canadá, cuando el Primer Ministro Canadiense, Jean Chretien, trato de tender una mano amiga y ayudar al difunto dictador Fidel Castro.
El primer ministro Canadiense Jean Chrétien (1993-2003) trató infructuosamente de cultivar buenas relaciones diplomáticas con La Habana y el dictador Fidel Castro. Como tantos otros ilusos antes que él, Chrétien opinaba que aislar a la isla no llevaría a ninguna parte y pensaba que el “intercambio constructivo” propiciaría reformas políticas y económicas significativas y mostraría al presidente estadounidense Bill Clinton que era más efectivo que el embargo. El primer ministro canadiense incluso dijo a la prensa: los cubanos y el presidente de Cuba estarán felices de entrar en un diálogo.”[1]
[1] Canadian Press, 1998, p. A2, citado en John Kirk, “Deciphering Canada’s Cuba policy since 1959,” International Journal of Cuban Studies, Vol. 2, No. 1/2, Primavera/Verano 2010.
Los primeros años fueron productivos. El entonces ministro de relaciones exteriores canadiense, Lloyd Axworthy, fue el encargado de implementar la política y visitó a Cuba dos veces. Canadá lideró el esfuerzo para readmitir a Cuba en la OEA y manifestó consistente oposición al embargo de Estados Unidos, asignó ayuda para programas de desarrollo, se multiplicaron los intercambios universitarios, el comercio creció de 250 millones de dólares anuales en 1994 a mil millones en 2004 y el turismo canadiense se convirtió en número uno de la Isla.
Después de tantos gestos de buena voluntad, el primer ministro Chrétien consideró, erróneamente, que era el momento propicio para visitar a Cuba. En abril de 1998 fue a La Habana y la visita fue un desastre total. Fidel Castro se molestó porque Chrétien le habló a Castro de derechos humanos y le mostró una lista de prisioneros políticos a liberar. Comenzó una guerra silente entre ellos, y sobrevino un frio norteño en las relaciones bilaterales. Castro llegó a referirse a Canadá como “territorio enemigo” y, entre otras cosas, decidió estafar a los canadienses.
El encargado de desarrollar las operaciones de venganza del dictador cubano fue Carlos Fernández de Cossío, el embajador de Cuba en Canadá (1999-2004), un hombre vinculado a la Dirección de Inteligencia, DI, cubana (antigua Dirección General de Inteligencia, DGI). Los exiliados cubanos en Canadá estaban en un duelo constante con la DGI cubana. La contrainteligencia de Canadá, CSIS, vigilaba todo, incluidas las andanzas del delfín castrista Fernández de Cossío y su equipo en Canadá.
A solo meses de Cuba empezar a cerrar centrales azucareros cubanos para reducir su número, lograron vender la industria azucarera cubana en quiebra a un banco canadiense. Fernández de Cossío lanzó a sus mejores oficiales y agentes en una operación para encandilar y embaucar a empresas canadienses. Se les invitó a visitas pagas a la Isla, incluidas cálidas noches cubanas con jineteras (prostitutas) y mucho ron.
Una de las víctimas fue el banco de inversiones más conocido de Canadá, “Caisse de Depot et Placement du Quebec.” No debiera sorprender que sus inversiones en Cuba fracasaron estrepitosamente y el banco La Caisse reportó un balance negativo de 4,99% en el 2001. Contactos dentro del Ministerio del Interior (MININT) en Cuba alertaron a sus excompañeros en el exilio y el 28 de marzo de 2002, el Diario Las Américas publicó la denuncia del ex capitán de la DGI cubana, Enrique García,[1] señalando a los culpables como el conglomerado militar GAESA y a su entonces jefe Luis Alberto Rodríguez Calleja, yerno de Raúl Castro.[2]
[1] Ariel Remos, Ariel Remos “Esquilman a una compañía canadiense en Cuba, Diario las Américas, 28 de marzo de 2002.
[2]Ariel Remos, “Renuncia presidente de un banco canadiense con mala experiencia en Cuba, Diario las Américas, 23 de mayo de 2002.
La conmoción causada por las revelaciones de García llegó a todos los ministerios canadienses. Dos meses más tarde, el 23 de mayo de 2002, el Diario Las Américas publicaba la noticia de que el Jefe del banco “Caisse de Depot et Placement du Quebec”, Jean Claude Scraire, había renunciado de forma sorpresiva. En su carta de renuncia, afirmó que los resultados negativos de 2001 del fondo de inversiones no jugaba ningún papel en su decisión.
Carlos Fernández de Cossio Dominguez, por todos sus desvelos a favor de la dictadura Castrista y su participación activa en las operaciones de la inteligencia cubana en el exterior, ha sido recompensado con el nombramiento de Viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, cargo que sustenta hoy en la isla, los estafadores de ayer son los mafiosos en el poder actualmente en la isla.
Así fue que el dictador Fidel Castro pagó al Primer Ministro Jean Chretien su amistoso acercamiento apaciguador. El chantaje, el tumbe y la mala paga siempre fueron los instrumentos de combate del líder cubano. Hoy, sus sucesores son fieles a su ejemplo.