Quien fuera en su momento el relevista más intimidante de todo el béisbol y el mejor pagado de toda la historia, pasa por horas bajas y su manager, Aaron Boone, le ha perdido toda la confianza.
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SUSCRIBITEQuien fuera en su momento el relevista más intimidante de todo el béisbol y el mejor pagado de toda la historia, pasa por horas bajas y su manager, Aaron Boone, le ha perdido toda la confianza.
Las cosas han llegado a un punto tal que el equipo habla de designarlo para asignación antes de que termine la temporada, con lo que quedaría fuera del roster de 40 y se perdería los playoffs.
En otras palabras, despedirlo, desecharlo, deshacerse de sus servicios.
Uno de los apenas seis cerradores en todos los tiempos con más de 300 juegos salvados y más de mil ponches, el lanzallamas cubano no rescata un partido desde el 17 de mayo y sus funciones han sido relegadas a momentos de baja presión.
Evidentemente, hay problemas entre Chapman y Boone, que, al parecer, comenzaron el 23 de junio del año pasado, cuando el pitcher quería lanzarle a Carlos Santana, de los Reales de Kansas City, y convenció de ello al manager en una visita al montículo.
Sin embargo, cuando se retiraba hacía la cueva, Boone levantó su mano e hizo la señal de los cuatro dedos, para concederle base intencional a Santana, un hombre de pésimos resultados de por vida frente a Chapman.
El cerrador de los Yankees se sintió traicionado y desde entonces, nada ha sido igual.
A partir de ese momento, entró en un slump, del cual se recuperó en la segunda mitad de la campaña, pero este año ha acusado de una inconsistencia preocupante.
Es cierto que no debe ser fácil salir a la loma a sabiendas de que tu manager no confía y espera el primer parpadeo para pedirte la pelota, mientras otros relevistas gozan de más tiempo de trabajo, aunque en muchas ocasiones lo estén haciendo peor que el cubano.
Pero con 34 años y una recta que todavía supera las 100 millas por hora, Chapman aún tiene gasolina en el tanque y es hora de buscar nuevos horizontes, cuando sea agente libre al concluir esta temporada.
Si la gerencia de los Marlins es inteligente, este y no otro, debería ser su cerrador en el 2023.
Miami no ha tenido un cerrador como Dios manda desde hace rato y el zurdo de Holguín puede recuperar en otro ambiente su toque mágico.
Afortunadamente para los siempre tacaños peces, el valor de Chapman en el mercado ahora mismo es bajo y lo podrían conseguir con una pequeña inversión que proyectaría la posibilidad de grandes dividendos.
Con ello, no sólo obtendrían un hombre experimentado para lanzar el noveno inning, sino que complacerían una de las exigencias de la fanaticada local, de poner sobre el terreno, en la medida de lo posible, estrellas cubanas, base principal de la comunidad local.
No está el cubano en condiciones de exigir mucho dinero, pues su llegada a la agencia libre coincide con la peor de sus temporadas, pero el jugar ante su público es algo que merece un descuento, sobre todo, para quien ha ganado ya más de 132 millones en su carrera.
Ello le daría a los Marlins la flexibilidad para invertir más en su principal necesidad: la ofensiva.
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