Durante muchos años, desde los ochenta, fui comprando películas mexicanas, de las que me habían hablado productores mexicanos que las habían filmado y que las habían conservado de su propiedad. Y cuando vino la industria del vídeo, las saqué al mundo y las distribuí a través de dos empresas de mi propiedad, tanto en Estados Unidos como en México.
Y ahí finalmente pude ver de lo que me estaban hablando. Y pude conocer a Pedro Infante, a Jorge Negrete, a María Félix, a Luis Aguilar, a Cantinflas y a tantos, incluso más jóvenes, como Julio Alemán, en sus inicios, Mauricio Garcés, Tere Velázquez y tantos más. Y me fui enamorando y fui descubriendo porqué le llamaban la `edad de oro´ del cine mexicano.
Las películas estaban maravillosamente bien hechas, maravillosamente bien construidas, contaban historias que casi todas venían de los clásicos y habían conseguido un conjunto de gente para realizarlas, directores, escritores, escenógrafos, músicos, muchos de ellos provenientes de lo mejor que salió de España después de la Guerra Civil.
Muchos de los republicanos, o la mayor parte del arte republicano en el exilio, se acomodó en México y allí desarrolló su vida. Allí nacieron grandes pintores, grandes profesores, grandes catedráticos y sobre todo nacieron escritores y directores para cine, músicos y los que construyeron una gran parte de esa época de oro del cine mexicano.
Al acabarse el mundo del vídeo, yo ya tenía almacenada una gran cantidad de películas, que conservé y preservé con mucho cariño, y con mucho amor, sin saber muy bien para qué me iban a servir, exceptuando algunas que de vez en cuando alguna compañía de televisión me solicitaba por el recuerdo de grandes actores o de haber sido películas deslumbrantes en el momento en el que se hicieron.
Seguían estando en el gusto del público mexicano, que siempre ha sido fiel a sus tradiciones. Pero claro, uno siempre tenía esa inquietud, que era qué poder hacer con estas películas. Las estoy almacenando, las estoy conservando, pero qué más…
Así que un día tomé la decisión de hacer este canal, CINE NOSTALGIA. Y me puse a la tarea. Al principio podía parecer una misión imposible, pero no, conseguí acomodarlo en la mejor compañía de satélite de Estados Unidos, donde cree este canal y lo lancé al mercado con un éxito no esperado casi por nadie.
Bueno, por mí sí, porque siempre he creído que la nostalgia es una de las fuerzas más importantes que mueve al ser humano y que a través de estas películas iba a haber una gran cantidad de público que podía verlas en un estado maravilloso, reconstruidas, vueltas a arreglar, remasterizadas. Al día de hoy las tengo todas remasterizadas en 4K, en HD, y no pienso que nunca se hayan podido ver mejor que ahora.
Mucha gente al ver el canal me dice qué bonito, yo recuerdo haber visto esta película en el Cine Florencia, en Cuba, de la mano de mi mujer; otros en el Cine Metropolitano de la ciudad de México, y en tantos otros. Por eso mucha gente que me ve me dice, gracias.
Recuerdo un caso específico de una personalidad que había sido ministro de Cultura en Argentina. En un asador de carne estaba en la mesa de al lado, me preguntó si yo era Carlos Vasallo, y me contó que fue ministro de Cultura en Argentina durante muchos años, que se encontraba a tratamiento de cáncer en Miami y con sus emocionadas palabras me dijo: “Vivo en gran parte gracias a que día y noche, para pasar esta quimio tormentosa, puedo ver su canal, que me trae tantos recuerdos y lleva mi cabeza a volar sobre un pasado feliz que tuve”.
Esas cosas, fuera de todo lo demás, a mí me producen una gran alegría, porque poder dar felicidad a los demás no es un trabajo fácil. Muchos me dicen, “parece fácil lo que tú has hecho, parece fácil al ver ahora todos los canales…”. Sí, claro, parece fácil tener siete canales de películas y parece como si se hicieran solos, pero no, estos canales llevan exactamente 17 años de manera ininterrumpida, las 24 horas del día, transmitiendo, sin una pausa, sin un hasta aquí, y cuando acaba una película comienza otra y así 365 días al año durante 17 años.
Y no, no ha sido fácil. Porque nada en la vida lo es. Pero yo ya he aprendido a leer y a entender muchas de las cosas que me pasan en la vida a través de gente que me precedió y de grandes pensadores. Decía San Agustín que es muy malo sufrir, pero es muy bueno haber sufrido. Goethe sentenció que el talento se construye en la calma, pero el carácter se construye en la tempestad. Y Aristóteles nos aportó la máxima, que 2.300 años después sirve a quien es capaz de aplicarla: el pensamiento condiciona la acción; la acción determina el comportamiento; y el comportamiento continuando crea hábitos. Y estos hábitos estructuran el carácter. Y ese carácter es lo que marca el destino.
Creo que esto es lo que a mí me ha llevado en esta vida a seguir adelante: el carácter, la fuerza del destino, nunca mirar atrás, siempre creer que se puede, siempre tratar de realizar los sueños y siempre tener un sueño nuevo para crear y un sueño nuevo en el que pensar, en el que creer que lo puedes construir. Y para eso, por supuesto, el talento ayuda, pero el carácter es lo que más ayuda. Y también el destino; saber que estás predestinado para eso, que es para lo que vales, que es para lo que sirves, que eso es para lo que estás aquí. Para tratar de obtener de ti lo mejor de ti mismo. Así que, 17 años después, CINE NOSTALGIA, a mí mismo, hoy día, me permite soñar.