Las impactantes declaraciones de Daria Zymenko, una ilustradora de 33 años, contrastan con su figura menuda, su tez pálida y semblante reservado. Hace unos días, dejó una fuerte impresión en una rueda de prensa organizada en París por la ONG SEMA Ucrania, que brinda apoyo a mujeres ucranianas víctimas de violaciones cometidas por soldados rusos.
Cinco mujeres compartieron sus experiencias, relatando las torturas y violencia sexual infligidas por el ejército ruso entre 2014, cuando Moscú se anexionó Crimea, y 2023, un año después de que Rusia invadiera Ucrania.
"En la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, las violaciones masivas perpetradas por soldados rusos muestran una voluntad de destruir la sociedad ucraniana", denuncian las organizaciones, señalando que el objetivo es impedir que las mujeres tengan más hijos ucranianos.
"Estas violaciones, que comenzaron en 2014, se cuentan por miles y afectan principalmente a mujeres, pero también a niños y hombres, ya sean civiles, militares o detenidos en prisiones rusas", apuntan.
**Personas, no estadísticas**
Calcular el número exacto de violaciones es complicado, ya que las ONG no tienen acceso a los territorios ocupados, explicó Iryna Dovgan, una ucraniana de 62 años oriunda de Donetsk que fundó y dirige SEMA Ucrania. Ella también fue violada por soldados rusos en 2014 y estima que hay "miles" de casos similares.
La oficina del fiscal general de Ucrania afirma haber registrado 301 delitos sexuales "cometidos por los ocupantes rusos" desde el inicio de la invasión. Rusia, por su parte, ha sido acusada de múltiples crímenes de guerra en Ucrania, acusaciones que niega sistemáticamente.
"Es muy doloroso hablar, pero hoy siento que es necesario contar lo que viví porque Rusia sigue torturando y cometiendo delitos sexuales a diario en Ucrania", afirmó Daria a la AFP.
El 24 de febrero de 2022, cuando comenzaron las primeras explosiones en los suburbios de Kiev, Daria se refugió en Gavronshchyna, el pueblo de sus padres cerca de la capital, pero el ejército ruso capturó la localidad. Poco después, unos soldados "ebrios y armados con fusiles" irrumpieron en la casa familiar y exigieron que Daria los acompañara "para un interrogatorio". "Mi familia les suplicó, pero nos apuntaron con sus armas, diciendo que si no me iba con ellos, nos matarían", contó.
El 28 de marzo, la llevaron a una casa abandonada y le ordenaron desnudarse. "Ahí entendí que no era un interrogatorio: me violaron durante dos horas".
De vuelta en casa de sus padres, notó el gesto de desesperación en sus rostros y prefirió "callarse". Al día siguiente, los soldados regresaron "para lo mismo...", explicó Daria, con los ojos llenos de lágrimas. Al día siguiente, afortunadamente, llegó el ejército ucraniano.
"Quiero que el mundo entero lo sepa, que la gente me vea como a una persona viva y no como a una mera estadística", señaló Daria, subrayando la importancia de hablar en nombre de quienes no pueden testificar, ya sea por estar en territorios ocupados o por temor al estigma.
**"Una victoria"**
Otra víctima, Alissa Kovalenko, de 36 años, viajó a París desde Kiev para contar su historia. Miembro de SEMA Ucrania desde su fundación en 2019, su mirada seria y su personalidad combativa se iluminan a veces con una sonrisa sincera.
Alissa, una conocida documentalista ganadora de varios premios internacionales, acaba de terminar su última película, "Huellas", sobre las víctimas de violación miembros de la ONG.
"Diría que el 80% de las mujeres víctimas de violación aún guardan silencio", dijo Alissa a la AFP. "Pero el 20% que habla ya es una victoria".
En 2014, mientras trabajaba en una película en Donetsk, Alissa, aún estudiante, fue detenida por separatistas prorrusos. El 15 de mayo, cuando salía de la región en taxi, el conductor la denunció a los separatistas en un retén. "Me sacaron del coche y me interrogaron durante horas, amenazando con cortarme las orejas y los dedos".
Durante tres días, un oficial ruso la retuvo en un apartamento de Kramatorsk, donde la forzó a desnudarse, entrar en una bañera y la violó.
Durante años, Alissa no pudo contarle nada a su familia, que se enteró de la violación mucho más tarde.
**"Mancha oscura"**
Según SEMA Ucrania, cada vez más víctimas están rompiendo el silencio en un país donde la violencia sexual es un tabú.
En las aldeas donde la asociación realiza campañas de sensibilización, se está viendo un cambio en la mentalidad de vergüenza y estigma respecto a las víctimas de violación, comentó Iryna Dovgan. "Las mujeres están hablando más porque la agresión rusa no termina y otras mujeres corren el riesgo de ser agredidas: es nuestro grito de auxilio".
Daria decidió "olvidar esa horrible experiencia", pero los ataques de ansiedad eran frecuentes. Más tarde, obtuvo ayuda psicológica a través de SEMA Ucrania y presentó una denuncia en el extranjero, aunque prefirió no revelar en qué país.
Alissa tampoco ha recibido asistencia del Estado ucraniano, pero en 2019 conoció a la fundadora de la ONG y a otros "supervivientes" de violaciones, dándose cuenta del "trauma" que llevaba dentro. Presentó una denuncia ante el fiscal general de Ucrania.
"No se cura una experiencia así, simplemente se puede sentir mejor", expresó Alissa, quien aún sufre pesadillas.
FUENTE: AFP