En julio, Cuba registró 19 muertes violentas y más de 800 protestas, reflejando un alarmante panorama de tensión social y creciente descontento popular en la isla. El Observatorio Cubano de Conflictos (OCC) reportó que, pese al temor a la represión, las manifestaciones ciudadanas aumentaron en comparación con meses anteriores, impulsadas principalmente por la escasez de alimentos, los apagones constantes y el deterioro de los servicios básicos.
La organización independiente, con sede en Miami, detalló que muchas de estas protestas fueron espontáneas y se desarrollaron en barrios humildes, donde la desesperación por la falta de recursos es más evidente. Entre los hechos violentos documentados se incluyen homicidios, riñas y enfrentamientos con armas blancas, reflejo de una creciente inseguridad que las autoridades no logran controlar.
Activistas y analistas señalan que el régimen intenta minimizar la magnitud de la crisis y manipula las cifras oficiales, mientras refuerza la vigilancia y la represión contra quienes salen a las calles a exigir cambios. En paralelo, la escasez de combustible y las fallas del sistema eléctrico han provocado apagones diarios, lo que alimenta la frustración de una población que ya enfrenta hambre y miseria.
El OCC advirtió que la tendencia de protestas seguirá en ascenso si el gobierno no ofrece soluciones reales a la crisis, ya que el descontento social “está llegando a un punto de no retorno” y la gente, aun bajo amenaza, ha perdido el miedo a reclamar sus derechos.