La visita se produjo después de nuevos lanzamientos de misiles norcoreanos y entre temores a que el país pueda realizar una prueba nuclear. Visitar la Zona Desmilitarizada se ha convertido en una especie de ritual para dignatarios estadounidenses que intentan mostrar su determinación de mantenerse firmes ante la agresión.
Corea del Norte lanzó dos misiles balísticos de corto alcance el miércoles, cuando Harris estaba en Japón, y otro antes de que saliera de Washington el domingo. Los lanzamientos formaban parte de una ronda récord de ensayos de misiles este año que intenta acercar a Pyongyang al reconocimiento como potencia nuclear plena.
Harris se reunió con el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yel, en su oficina de Seúl, donde ambos condenaron la creciente campaña de ensayos norcoreanos y reafirmaron el compromiso de Washington de defender al Sur con una amplia gama de su capacidad militar en caso de guerra, según la oficina de Yoon.
También se esperaba que Harris y Yoon hablaran de acuerdos económicos y tecnológicos y sobre reparar los lazos entre Seúl y Tokio tras las recientes tensiones, para reforzar su cooperación trilateral con Washington en la región.
El viaje de Harris se organizó para que pudiera asistir al funeral de Estado del ex primer ministro japonés Shinzo Abe, pero su itinerario ha estado dominado por cuestiones de seguridad, un reflejo de las preocupaciones por la creciente fuerza de China y los ensayos armamentísticos norcoreanos.
En todas las reuniones, Harris intentó calmar cualquier temor a que Estados Unidos estuviera flaqueando en su compromiso de proteger a sus aliados y describió la colaboración estadounidense con Corea del Sur y Japón como la “piedra angular” de su estrategia de defensa en Asia.