Cuando un almendrón llega al parque El Curita, que ocupa una de las manzanas más céntricas de La Habana, en la confluencia de las calles Galiano y Reina, decenas de personas se abalanzan sobre el vetusto automóvil de los años 50, pero de inmediato se paralizan cuando el chofer anuncia a gritos "carrera directa", que se cobra a precios astronómicos.
Ahora los taxis privados deben afiliarse a tres categorías para las rutas.
Una de recorrido definido, con el que dan un servicio colectivo tipo Uber Pool, otra regular o directa, que funciona como recorrido libre, y una tercera clásica, destinada para el turismo.
Hasta hace muy poco, esos vehículos circulaban como taxis colectivos, cobrando hasta 20 pesos cubanos, el equivalente a un dólar por persona.
Desde hace años, el transporte público de ómnibus en la capital resulta insuficiente para el desplazamiento diario de cientos de personas, que se ven obligadas a recurrir a los llamados boteros.
Informes extraoficiales indican que las autoridades cubanas han tenido que pactar una flexibilización del experimento para reincorporar a los cerca de 10 mil operadores independientes, que desde el 7 de diciembre, pasaron al mercado ilegal o apagaron los motores de sus almendrones, afectando las arcas gubernamentales que en materia de contribución tributaria recaudaban unos 10 millones 700 mil pesos mensuales provenientes del sector.
La nueva regulación también obliga a estos vehículos a una revisión técnica para poder circular, algo difícil por la falta de piezas de repuestos.
De 1,500 que se presentaron inicialmente, aprobaron poco más de 200.
FUENTE: Olance Nogueras / Americateve.com