El palo ensebado o palo ensebao.
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Entre los programas de televisión en Cuba antes del ‘59 estaba uno que se transmitía los viernes a las 8.30 PM. por CMQ televisión,
llamado La Gran Corte, patronizado por el detergente de lavar ropa Ace.
Con su canción jingle:
Ace lavando
Yo descansando.
Estaba el tremendo juez Arturo Artalejo, con el verdugo Germán Pineli, el juez le hacía una pregunta al concursante y si no la contestaba tenía un castigo o pena que normalmente era hacer algo que era cómico que sacaba las risas de los televidentes. Una de las secciones graciosas era “ El palo ensebado”, los concursantes siempre eran una pareja de novios que se iban a casar y si el novio subía el palo que estaba recubierto de sebo resbaloso y tomaba la banderita que había en la punta se ganaba un grupo grande de regalos que eran todos para formar la nueva casa al casarse: lavadora , juegos de cuarto, de comedor y sala, refrigeradores, cocinas, etc.. Hasta hubo un show donde regalaron la casa para vivir totalmente amueblada y equipada. Era un show muy gracioso, siempre Pineli le preguntaba a la novia como le decía al novio; hubo una vez que ella le decía Cheo al novio, entonces empezaba la canción “sube Cheo, sube”, muchos no podían subirlo pero otros si, y cuando pasaba era motivo de noticia para la isla entera. Siempre se preguntaba al día siguiente “si habían subido el palo”. Y hasta cuando uno subía una escalera le decían “Sube Cheo, sube”. A las nueve de la noche empezaba La lucha libre profesional desde el palacio de los deportes, la cual duraba hasta las doce de la noche, con La Amenaza roja, el Chiclayano y muchos luchadores más. La Amenaza roja era un malvado que se ponía una careta roja para que no la conocieran, pero muchos decían que era un individuo de apellido Godoy. Había un referee que se llamaba Mingollo, que siempre terminaba con la camisa rota y sin lacito de cuello, cuando el luchador bueno tocaba la soga, el malvado tenía que soltar y muchas veces el luchador bueno tocaba la soga y el malo no soltaba y todo el mundo gritaba “ la soga Mingollo, la soga”, se hizo tan famosa esa frase que hasta le sacaron un cha cha cha que se llamaba así: “La soga Mingollo, la soga”
Después venían las noticias.
A las ocho de la noche del viernes estaba en el mismo canal el show “Ellos dos y alguien más” con Minin Bujones y Eduardo Egea, muy gracioso.
En mi casa hubo el primer televisor en todo el barrio, era marca Philco de 17 pulgadas la pantalla y por supuesto en blanco y negro, desde las 8 de la noche empezaban a venir vecinos con sus sillitas para ver esos shows de televisión, mis amigos llegaban y pronto la sala de casa se convertía en una gran fiesta.
Mi mamá hacía chocolate caliente y lo tomábamos todos, otras ocasiones ella repartía refrescos tales como Materva que bien fría sabe a sidra, Iromber o no beber, Júpiña de puro jugo de piña, gaseosa Salutaris, Cawy limón, Naranja Piña, etc., todos muy sabrosos; el que más me gustaba a mi era la Materva, ese era la única que bien fría quitaba la sed verdadera, está hecho de hierba mate y los cubanos decían jocosamente que disminuía el apetito sexual, en otras palabras: “la Materva tumba el palo”, dicho más vulgarmente, la verdad es que yo nunca sentí eso tomándola, pues era uno de mis refrescos preferidos. Cabe aclarar aquí que los cubanos le decíamos refrescos a lo que ahora le dicen soda.
Mi barrio era de familias que no podían libremente comprar un televisor en aquel entonces, por lo tanto esa costumbre en mi casa siguió por mucho tiempo y yo encantado, venían las muchachas más lindas del barrio con sus padres a ver televisión en casa y yo hacía muy buenas amistades.
En casa de Conchita, Gerardo el papá compró un televisor Dumont, por lo tanto yo tuve que ir a su casa a ver tv., y ahí ya se acabó la costumbre de ver televisión todos en casa.
Nos acostábamos muy contentos el viernes por la noche.
Recuerdo ese tiempo con mucha nostalgia.
FUENTE: Ramoncito 7/17/2021
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