Pero la ex mandataria chilena, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, parece no haberse enterado de ello.
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SUSCRIBITEPero la ex mandataria chilena, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, parece no haberse enterado de ello.
Tardíamente, cuando las imágenes de la brutal represión desatada por la dictadura cubana le han dado la vuelta al mundo, Bachelet salió -¡finalmente!- a hablar del tema y lo hizo, como diría el poeta, “con la languidez del cirio y la palidez del lirio”.
En su declaración, la funcionaria manifestó su preocupación por el “presunto uso de la fuerza en contra de los manifestantes”.
¿En serio? ¿Presunto?
Bachelet pidió este viernes la pronta liberación en Cuba de todas las personas que han sido detenidas por “ejercer su derecho a la libertad de reunión pacífica, opinión y expresión” y lamentó la muerte de un manifestante en las protestas de La Habana, además de reclamar el restablecimiento completo en la isla de los servicios de Internet y las redes sociales.
Pero no podía faltar la coletilla del embargo. La Alta Comisionada pidió el levantamiento de las “sanciones sectoriales unilaterales” que sufre Cuba, “dado su impacto negativo en los derechos humanos, incluido el derecho a la salud”.
Caramba, estamos hablando de la misma funcionaria que no demoró nada en condenar, por ejemplo, el actuar de la policía colombiana en las recientes protestas populares en el país sudamericano y demoró lo indecible en hacerlo con las violaciones que lleva a cabo desde hace años el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.
La misma que salió en menos de 24 horas a exigirle cuentas al gobierno de Sebastián Piñera, cuando intentó frenar a las turbas de violentos vándalos que en una noche destrozaron el metro de Santiago de Chile en el 2019 y quemaron a una joven oficial de los Carabineros.
Es la misma Bachelet que cuando gobernó Chile, posaba sonriente para la cámara en la comparsa de los Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y Cristina Fernández, los iluminados de la izquierda latinoamericana que se enriquecieron en nombre de los pobres.
Ah, por cierto, en su breve y extemporánea declaración, la palabra dictadura no aparece por ningún lado.
Para eso, mejor se hubiese quedado callada. Total, para lo que sirve.
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