El canciller austriaco Werner Faymann anunció la decisión la madrugada del sábado tras hablar con Angela Merkel, su homóloga alemana, poco después de la sorpresiva medida nocturna de Hungría para proporcionar autobuses a los agotados viajeros de Siria, Irak y Afganistán.
La gente había comenzado a marchar en largas filas sobre las carreteras desde una estación de tren en Budapest y cerca de un centro de recepción en esta ciudad norteña. Los autobuses se emplearán porque "la seguridad del transporte no puede ponerse en riesgo", dijo Janos Lazar, jefe del gabinete del primer ministro.
Lazar culpó a la "comunicación contradictoria" de Alemania y la Unión Europea por la crisis.
Las personas que buscan asilo ya han hecho recorridos peligrosos en el calor sofocante y han atravesado alambradas de púas en la frontera sur de Hungría, además de enfrentar la hostilidad de algunas personas locales en el camino. Su primera parada será Austria, en la frontera occidental húngara, aunque a la larga la mayoría espera llegar a Alemania.
Las autoridades húngaras han rehusado permitirles que suban a trenes con dirección al oeste, y los migrantes son renuentes a ir a centros de procesamiento por temor a que se les obligue a vivir en Hungría.
De acuerdo con las leyes europeas, los refugiados deben buscar asilo en el primer país en el que ingresen en la Unión Europea. Sin embargo, la mayoría ve limitadas oportunidades económicas y un ambiente menos acogedor en Hungría que en Alemania, Suecia u otras naciones occidentales.
En lo que los medios húngaros calificaron como "un día de levantamientos", cerca de 350 personas rompieron un cerco policiaco el viernes y comenzaron a dirigirse a Austria, a 135 kilómetros (85 millas) al oeste, en vías que se alejaban de la estación ferroviaria.
Un paquistaní de 51 años se desplomó a unos 800 metros (874 yardas) de la estación y murió pese a los esfuerzos para reanimarlo.
Los que se quedaron atrás, la mayoría mujeres y niños, fueron puestos en autobuses que los condujeron a un centro de asilo cercano.
Horas antes, unas 2.000 personas salieron de la estación Keleti de Budapest para un recorrido de 171 kilómetros (106 millas) hacia la frontera austriaca. Al comienzo la policía intentó impedirles el paso, pero rápidamente se rindió. Para el anochecer los marchistas ya habían avanzado 50 kilómetros (30 millas).
En el camino algunos encontraban gestos de apoyo. Muchas personas hacían la "V'' de la victoria con sus manos, y otras les daban agua.
Un pequeño grupo les trató de dejar en claro que no eran bienvenidos. "¡Váyanse a casa ya!", gritó un hombre en húngaro desde un auto.
La policía austriaca se preparaba en los principales puntos fronterizos, con zonas de recepción y primeros auxilios. Hans Peter Doskozil, jefe de policía en la provincia de la provincia oriental de Burgeland, dijo que esas medidas deberán ser suficientes para los primeros en llegar.
El mismo día, el Parlamento húngaro hizo más estrictas sus leyes migratorias y aprobó la creación de zonas de tránsito en la frontera húngara con Serbia, donde se mantendrá a los inmigrantes hasta que sus solicitudes de asilo sean decididas en ocho días. Los inmigrantes tendrán oportunidades limitadas de apelar las decisiones.
Un hombre que salió de Budapest a pie dijo que esperaba que el viaje a Austria le llevara tres días. Osama Morzar, de 23 años, originario de Alepo, Siria, estaba tan decidido a no ser registrado en Hungría que se desbarató sus huellas digitales con ácido y mostró sus dedos como prueba a un reportero de The Associated Press.
"El gobierno de Hungría es muy malo", dijo Morzar, quien estudió farmacología en la universidad de Alepo. "Naciones Unidas debería ayudar".
Una pareja de Bagdad, Mohamed y Zahara, que caminaba con un niño pequeño, dijo que había estado en un campamento de refugiados húngaro y fueron agredidos por los policías porque se negaron a que les tomaran las huellas digitales. Zahara dijo que tiene familia en Bélgica y está decidida a pedir asilo ahí. La pareja no quiso dar sus apellidos.
Salé Abduraman, un refugiado palestino proveniente de Siria que marchó desde Budapest, dijo que estaba decidido a escapar de un Oriente Medio que se ha hecho intolerable por las guerras que achacó a Estados Unidos y Europa.
"No queremos ir a sus países para hacernos ricos", dijo. "Sólo necesitamos ser seres humanos".
En Siria, un hombre cuya familia murió cuando un pequeño bote de hule se volcó durante un viaje desesperado de Turquía a Grecia, enterró a su esposa y dos hijos en su ciudad, Kobani. Las fotografías del hijo muerto de 3 años de Abdula Kurdi después de que quedó tendido en una playa despertaron la atención del mundo a los peligros que enfrentan aquellos que escapan de la guerra y la pobreza en Oriente Medio, Asia y África.
"Sólo quería ir a Europa por el bien de sus hijos", dijo Suleiman Kurdi, tío del desconsolado padre. "Ahora que ellos están muertos, quiere quedarse aquí en Kobani junto a ellos".
En Ginebra, la agencia de la ONU para los refugiados dijo el viernes que casi 5.600 personas cruzaron de Grecia a Macedonia un día antes, casi el doble de los cerca de 2.500 a 3.000 al día que se habían registrado en semanas recientes y que ya habían marcado un máximo.
"Es una cifra dramática", dijo Melissa Fleming, vocera de la ACNUR, quien dijo que era el mayor número que hubiese escuchado,
Horas antes el viernes, Antonio Guterres, alto comisionado de la ONU para los refugiados, emitió un comunicado instando a la Unión Europea a crear un "programa masivo de reubicación... con la participación obligatoria de todos los estados miembros de la UE".
Guterres dijo que una estimación "muy temprana" sería la creación de al menos 200.000 permisos para refugiados nuevos en el bloque.
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Mstyslav Chernov en Bicske, Alexander Kuli en Budapest, y George Jahn en Viena contribuyeron con este despacho. Gorondi reportó desde Budapest.
FUENTE: Associated Press