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Elie Wiesel fue testigo del mal y símbolo de persistencia

NUEVA YORK (AP) — El hombre delicado y apuesto que solía recibir a los periodistas en su oficina en la avenida Madison de Nueva York hablaba casi con susurros, pero de manera apremiante y subrayando las palabras con gestos de las manos. La sonrisa de Elie Wiesel era irónica y algo tímida, una fachada delgada sobre la tristeza en los ojos cansados y las arrugas profundas de un rostro que sufrió un pasado brutal.

El rumano sobreviviente de Auschwitz y ganador del Premio Nobel de la Paz, cuya muerte a los 87 años fue anunciada el sábado, fue el recordatorio permanente de la resistencia de un hombre al Holocausto nazi. Sus palabras, destinadas a perdurar por mucho tiempo, son testimonio de una de las atrocidades más insondables de la historia escrita.

"Cuandoquiera y dondequiera que los seres humanos padecen sufrimiento, toma partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio alienta al torturador, nunca al torturado", dijo en 1986 al recibir el Nobel.

Testigo y activista humanitario, durante más de medio siglo Wiesel expresó con pasión sus ideas a gobernantes del mundo, celebridades y auditorios en general en nombre de las víctimas de la violencia y la opresión. Escribió más de 40 libros, de los cuales el más influyente, de lejos, fue "Noche", un clásico que aparece junto con el diario de Ana Frank como lectura obligada sobre el Holocausto.

"Noche" fue su primer libro y su travesía hasta la publicación cruzó las barreras del tiempo y el idioma. Comenzó a mediados de los 50 como una narración de 800 páginas en idish, fue reducido a 300 páginas para una edición en la Argentina, a 200 para el mercado francés y a poco más de 100 para su publicación en Estados Unidos en 1960.

"'Noche' es la crónica más desgarradora del Holocausto que yo haya leído", escribió la crítica literaria Ruth Franklin, autora de "A Thousand Darknesses" un estudio de la literatura del Holocausto publicado en 2010. "No hay epifanías en 'Night'. No hay detalles ajenos, ni análisis, ni especulación. Solo hay narrativa: la crónica de Eliezer sobre lo que sucedió, dicha con su propia voz".

Wiesel empezó a escribir "Noche" apenas 10 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando los recuerdos estaban demasiado vivos para que los sobrevivientes intentaran relatar sus historias. El diario de Ana Frank había sido un éxito accidental, un libro descubierto después de la muerte de su autora, que finaliza antes de la captura y deportación de la niña y su familia. El libro de Wiesel fue uno de las primeras crónicas populares escritas por un testigo de lo peor, un documento sobre algo que Frank no podría haber imaginado.

"Noche" era tan desolador, que los editores pensaban que no atraería a los lectores. En una entrevista en 2002 con el diario Chicago Tribune, Wiesel dijo que el libro recibió poca atención al comienzo. "La traducción al inglés apareció en 1960 con una tirada de 3.000 ejemplares. Tardaron tres años en venderse. Ahora recibo 100 cartas por mes de niños sobre el libro. Adicionalmente, hay millones de ejemplares en circulación".

En un pasaje alucinante, Wiesel expresa sus sentimientos al arribar a Auschwitz:

"Nunca olvidaré esa noche, la primera noche en el campo, que ha transformado mi vida en una larga noche, siete veces maldita y siete veces sellada. Nunca olvidaré ese humo. Nunca olvidaré los pequeños rostros de los niños, cuyos cuerpos vi transformarse en espirales de humo bajo un cielo azul mudo. Nunca olvidaré estas cosas, aunque sea condenado a vivir tanto tiempo como Dios Mismo. Nunca".

Aunque basado directamente en sus experiencias, "Noche", tiene la estructura de una novela, lo que ha dado lugar a un debate sobre cómo clasificarlo. Alfred Kazin y otros críticos pusieron en duda su exactitud, lo que Wiesel calificó de "pecado mortal en el sentido histórico". El editor del libro dijo que eran memorias y algunos críticos una obra de ficción. Una reseña en Amazon dice que es "técnicamente una novela", pero tan cercana a la vida de Wiesel que "generalmente y no sin razón, se lo lee como una autobiografía".

Las conferencias, ensayos y libros de Wiesel, que incluyen dos secuelas de "Noche", surgen de la desesperanza de un adolescente deportado de Hungría, que había anexado su pueblo natal rumano de Sighet, a Auschwitz. Tatuado con el número A-7713, fue liberado en 1945. Sus padres y una hermana murieron en los campos, en tanto otras dos hermanas sobrevivieron.

Tras la liberación, Wiesel pasó unos años en un asilo para huérfanos en Francia y luego fue a París. Estudió literatura y filosofía en la Sorbona. Se dedicó al periodismo, para el diario francés L'Arche y el israelí Yediot Ahronot.

El autor francés Francois Mauriac, Nobel de literatura 1952, lo alentó a que rompiera el silencio sobre los campos de concentración para dar a conocer sus experiencias.

En 1956, Wiesel fue a Nueva York en misión periodística a las Naciones Unidas. Estando allí, un accidente de automóvil lo obligó a usar silla de ruedas durante un año. Pasó el resto de su vida en Nueva York, trabajando como periodista para el diario idish Forward. Sus contactos con muchos sobrevivientes del Holocausto en la ciudad lo convencieron de relatar sus historias.

Adoptó la ciudadanía estadounidense en 1963. Seis años después se casó con Marion Rose, también sobreviviente, quien tradujo algunos de sus libros al inglés. Tuvieron un hijo, Shlomo.

Durante tres décadas enseñó filosofía, literatura y estudios judaicos en las Universidades de Boston, Yale y de la Ciudad de Nueva York.

Wiesel habló en la inauguración del Museo del Holocausto en Washington, en 1993. Sus palabras están grabadas en la entrada: "Por los muertos y los vivos, debemos dar testimonio".

Wiesel defendió a los judíos soviéticos, los indios miskito de Nicaragua, los refugiados camboyanos, los curdos, las víctimas de las hambrunas en África y de la limpieza étnica en Bosnia. Defensor acérrimo de Israel, fue criticado por su cercanía a Benjamin Netanyahu. Cuando Netanyahu pronunció un polémico discurso ante el Congreso en 2015 en el que denunció el tratado nuclear con Irán, Wiesel estuvo presente como invitado de honor.

"Qué hacías allí, Elie Wiesel?", escribió en ese momento Roger Alpher, columnista del diario israelí Haaretz. "Netanyahu es mi primer ministro. Tú no eres ciudadano israelí. No vives aquí. La amenaza iraní de destruir Israel no se aplica a ti. Eres un judío que vive en Estados Unidos. No es problema tuyo".

A pesar de su misión de recordarle al mundo sus errores, la mayor decepción de su vida, dijo Wiesel, es que "nada cambió".

"La naturaleza humana siguió siendo lo que era. La sociedad siguió siendo lo que era. Demasiada indiferencia en el mundo, ante el Otro, su dolor y angustia y esperanza".

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El periodista de The Associated Press Hillel Italie contribuyó para este reportaje.

FUENTE: Associated Press

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