"Es un baile que me salió normal porque Brasil es Brasil, y en Brasil se tiene que bailar", afirmó "Mijaín el Terrible".
Y el cubano tenía motivos para festejar.
López derrotó el lunes 6-0 al turco Riza Kayaalp en la final de la categoría de 130 kilos de la lucha grecorromana e igualó a la leyenda rusa Aleksander Karelin como los únicos hombres en conquistar tres medallas olímpicas de oro consecutivas en esa disciplina.
Karelin lo hizo en 1988, 1992 y 1996, y es considerado como el mejor luchador en la historia.
"Es un orgullo para mi igualar a un grande la lucha", dijo López. "Para mí es un gran orgullo ser el primer Latinoamericano en ganar esas tres medallas".
Quizás López, cinco veces campeón mundial, ya no tenga competencia en su era. Así que no está de más preguntarse cómo le hubiese ido en un combate ante "Alexander el Grande".
"Las rivalidades con Karelin hubieran sido muy especial, muy lindo, algo muy trascendental que todo el mundo admiraría. Pero él en su época y yo en la mía", señaló.
Lopez pudo haberse quedado sin la posibilidad de igualar a Karelin, porque la lucha estuvo prácticamente descartada de Río tras ser eliminada del programa olímpico después de Londres. Tras una campaña de la federación internacional, el Comité Olímpico Internacional reconsideró.
Durante la competencia olímpica, nadie se acercó al nivel de López y Kayaalp. Se esperaba que la lucha entre el cubano y el turco fuera reñida, ya que Kayaalp le había ganado en la final del campeonato mundial en el 2015. Pero en Río, López domino desde el comienzo con un marcado estilo agresivo, logrando puntuar en los primeros 15 segundos. Un aturdido Kaayalp reaccionó desesperadamente pero sólo logro que lo penalizaran con un punto.
"La estrategia mía fue poder sacar al contrario de sus cabales para poderle efectuar los movimientos con mejor efectividad", señaló.
Tan pronto se concretó la gesta, la tribuna de la Arena Carioca coreó su nombre y agitó banderas de Cuba, celebrando a uno de los deportistas más laureados y más queridos de la isla caribeña. López les devolvió el cariño moviendo y girando las caderas.
Cuando su entrenador lo buscó para abrazarlo, López lo tiró a la lona y después lo levantó por encima de sus hombros para después fundirse en un abrazo de dicha. Con la bandera de Cuba en sus brazos, saludó al público. Después le estrechó la mano a cada uno de los jueces, y hasta algunos fotógrafos abajo del escenario, y se tomó fotos sonriendo y celebrando el haber hecho historia en la disciplina más antigua del movimiento olímpico.
FUENTE: Associated Press