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Cuba

Acorralado por la censura, director cubano se queda en Miami

ARTURO ARIAS POLO

Convencido de que no renunciará a sus sueños y trabajará “en lo que sea” para financiar sus proyectos, el cineasta cubano Juan Carlos Cremata (Contigo pan y cebolla, El premio flaco, Chamaco…) decidió quedarse en Miami y convertirse en un exiliado más.

Cremata, de 54 años, viajó a Estados Unidos en abril, invitado por el PEN Club de Nueva York, para participar en el World Voices Festival.

Durante el evento habló sobre su vida y su obra “en nombre de la libertad de expresión”. Salvo su madre, la directora de cine y televisión Iraida Malberti, y su hija de 14 años, en ese momento pocos sabían que no regresaría a la isla.

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¿Qué lo motivó a quedarse ahora cuando pudo hacerlo en sus viajes anteriores?

“Cuando sentí que en Cuba ya no me iban a permitir ni siquiera ‘disparar un chícharo’”, expresó Cremata a el Nuevo Herald desde la casa de Los Roads donde se hospeda temporalmente con unos amigos.

AUNQUE YA HABÍA CONSOLIDADO UNA PRESENCIA EN EL CINE Y EN LAS TABLAS CUBANAS, TODA ESA TRAYECTORIA ME FUE CERCENADA DE MANERA ABSURDA, RETRÓGRADA, MEDIEVAL Y HASTA ARCAICA. ME CONDENARON A ‘NO SER’

Juan Carlos Cremata, cineasta

Pese a que al principio evitó hacer pública su decisión, el cineasta dijo que alguien filtró la noticia a través de las redes sociales y “de ipso facto” le suspendieron “el eximio salario” que recibía en el ICAIC (Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos).

“Mi madre se enteró sólo unos días antes de mi partida. Sufre callada. Como muchas, cientos, miles y millones de madres cubanas”, dijo Cremata.

Los conflictos del irreverente cineasta y director escénico se agudizaron tras la censura de El rey se muere, un montaje que presentó con su grupo El Ingenio, en julio del 2015, que molestó a los funcionarios de la cultura por sus supuestas alusiones a Fidel Castro.

Luego de la disolución de la compañía, la prohibición de hacer cine y teatro en Cuba, y la cancelación de la cuenta de internet que tenía con el ICAIC, el cineasta decidió cambiar de vida.

“Algunos funcionarios presionaron a los pocos amigos que me ayudaban para que no lo hicieran. Sin pronunciar una palabra, estaba claro de que no me dejarían hacer nada más”, añadió Cremata, que asegura que se le confinó a un “perfil bajo, que es como la muerte en vida”.

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“Aunque ya había consolidado una presencia en el cine y en las tablas cubanas, de repente, toda esa trayectoria me fue cercenada de manera absurda, retrógrada, medieval y hasta arcaica. Me condenaron a ‘no ser’”, dijo el director. “Y si la consigna revolucionaria es únicamente‘patria o muerte’, lo más lógico y razonable es buscar ‘la vida’ en otro lado, aunque haya que partir de cero”.

Cremata siempre se ha considerado partidario del cambio, “pero si lo que nos rodea se resiste a hacerlo, creo que para ser consecuente, hay que empezar a cambiar por uno mismo”.

El cineasta confesó que si no se había quedado en sus viajes anteriores fue porque su hija “a la que extraño con toda mi alma...”, vive en La Habana.

PUDE HABERME QUEDADO ANTES ANTES. SIN EMBARGO, SENTÍA QUE DEBÍA Y PODÍA HACER TODO LO POSIBLE POR ABRIR EN NUESTRO PAÍS NUEVOS CAMINOS A LA TOLERANCIA, AL RESPETO MUTUO, A LA COMPRENSIÓN DEL OTRO, A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

“Pude haberme quedado antes. Sin embargo, sentía que debía y podía hacer todo lo posible por abrir en nuestro país nuevos caminos a la tolerancia, al respeto mutuo, a la comprensión del otro, a la libertad de expresión. Pero, si se te cierran las puertas, tienes que saltar por una ventana”, señaló Cremata.

El cineasta ignora si sus películas se siguen exhibiendo en Cuba, pero le consta que evitan nombrarlo a nivel oficial.

“Para ellos, los burócratas y dirigentes, soy el Cremata excluible, tóxico, desagradecido, problemático, polémico, en fin… el ‘contrarrevolucionario’ ”, afirmó el director, queantes de arribar a Miami hace una semana, pasó unos meses con sus familiares en Tampa, una ciudad que ama profundamente “porque acogió a José Martí y a Ernesto Lecuona, dos paradigmas latentes y modelos a seguir”.

PARA ELLOS, LOS BURÓCRATAS Y DIRIGENTES, SOY EL CREMATA EXCLUIBLE, TÓXICO, DESAGRADECIDO, PROBLEMÁTICO, POLÉMICO, EN FIN… EL ‘CONTRARREVOLUCIONARIO’

“Acabo de llegar a Miami en busca de posibilidades de trabajo y con la intención de conocer más a fondo este territorio indiscutible de Cuba, en el que ojalá pudiera insertarme para ofrecer lo mejor de mí”, dijo Cremata.“¿Que si me siento un exiliado? Todos somos exiliados. No me siento extraño. Este es un mundo lleno de emigrantes. Lo triste es sentirse extranjero, que es una denominación odiosa, xenófoba y rabiosa. La patria la llevo conmigo. Pertenezco al lugar donde me siento útil, feliz, realizado y querido”.

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FUENTE: elnuevoherald.com / ARTURO ARIAS POLO

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